La muerte súbita es el primer evento cardíaco en un porcentaje importante de pacientes, siendo la cardiopatía isquémica la principal causa de este evento; de ahí la importancia de detectar precozmente enfermedad subclínica en estos casos. Sobre este eje ha girado un encuentro con expertos, celebrado en el marco del Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares SEC 2018.
Como se ha puesto de manifiesto en este foro, dado que la muerte súbita es especialmente frecuente en personas con un alto riesgo cardiovascular, resulta esencial estimar este riesgo y determinar la posible presencia de enfermedad aterosclerótica de base, ya que así “tendremos la capacidad de incidir sobre los factores de riesgo de manera más agresiva y prevenir un evento adverso como puede ser la muerte súbita”, aconseja la Dra. Ana Ayesta, ponente en esta sesión. Y es que, según recalca, “la muerte súbita es el primer episodio cardiológico hasta en el 50% de los pacientes, teniendo un 75% de ellos cardiopatía isquémica de base; por tanto, los factores de riesgo cardiovascular juegan un papel muy importante”.
Técnicas para una detección precoz
Una de las técnicas más utilizadas actualmente para detectar enfermedad subclínica es el TAC coronario. “Se trata de una técnica sencilla y no invasiva”, informa la Dra. Ayesta. Su uso se ha extendido en los últimos años, pero en pacientes asintomáticos su empleo sigue siendo controvertido. En cualquier caso, sí que se ha considerado que los resultados del TAC coronario pueden utilizarse para modular el riesgo en determinados pacientes. Actualmente existe un estudio en marcha (CAUGHT-CAD) que evalúa el papel del TAC coronario en familiares de pacientes con cardiopatía isquémica precoz.
Otra de las técnicas que se han utilizado para afrontar el problema de la muerte súbita y la enfermedad subclínica es el doppler de las arterias carótidas; sin embargo, aclara la experta, “determinadas mediciones realizadas con esta técnica no se recomiendan en la actualidad”.
Para la Dra. Ana Ayesta, “en la práctica clínica la principal dificultad con el uso de pruebas para tratar de identificar enfermedad cardiovascular subclínica estriba en interpretar los resultados y en emprender acciones preventivas o terapéuticas. Aún queda mucho por aprender acerca de la progresión de la placa y las posibles actuaciones para detenerla”. Las guías de prevención cardiovascular recomiendan este tipo de pruebas en los pacientes en los que el riesgo cardiovascular calculado se encuentre en el límite entre un nivel y el siguiente, con vistas a emprender acciones preventivas más intensivas si la prueba incrementara el riesgo del paciente al siguiente nivel.
En cualquier caso, las ventajas que aportan este tipo de pruebas son claras. En palabras de la ponente, “se lograría mejorar el diagnóstico de enfermedad no conocida, que incluso podría conllevar cardiopatía estructural asociada, con la consiguiente implementación de medidas terapéuticas derivadas”. Sin embargo, añade la Dra. Ayesta, “lo interesante se basa en el diagnóstico de enfermedad aterosclerótica subyacente y la capacidad que podemos tener de prevenir que progrese, que sucedan eventos adversos o que el paciente desarrolle una cardiopatía estructural derivada del mismo con mal pronóstico”. En definitiva, concluye, “se trata de adelantarnos a los hechos”.
A propósito de un caso
En su presentación, la Dra. Ayesta ha mostrado un caso clínico real de una paciente con antecedentes familiares de cardiopatía isquémica en edad precoz y prediabética que acude a consulta de cardiología fundamentalmente por este motivo. En base a este caso, se ha evidenciado la dificultad para calcular el riesgo cardiovascular en esta paciente. Posteriormente, se ha evaluado la idoneidad de la indicación de técnicas de imagen de detección de enfermedad subclínica, fundamentalmente el TAC coronario y su papel modulador del riesgo cardiovascular. Además, se ha repasado el “dudoso papel de los biomarcadores”, para finalmente incidir en la actitud a llevar a cabo con los resultados obtenidos.