La celebración del Congreso Nacional Anual de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) es una oportunidad para reflexionar sobre el estado actual de la cardiología nacional que ha alcanzado logros indudables, pero no carece de servidumbres y limitaciones.
Además, el congreso de este año coincide con el fin de un periodo presidencial y el inicio de otro, con la precavida incertidumbre y a la vez la esperanza que todo nuevo equipo supone. En este breve artículo de opinión no caben sino algunas pinceladas de índole personal, evidentemente.
La misión fundamental de la SEC es hacer llegar a los profesionales que la forman los avances científicos relevantes para su ejercicio profesional. Uno de los instrumentos para hacerlo es el Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares, pero hay otros muchos. Los más pujantes son las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC), que la SEC ha sido pionera en utilizar pero que cabe incrementar, extender y perfeccionar.
En relación con los avances citados, la SEC tiene la misión de generarlos y de difundirlos. Para lo primero es loable la cantidad cada vez más generosa de Becas de Investigación que ofrece, que debe financiar y otorgar legítimamente con la máxima trasparencia. En la difusión de la información es esencial la independencia científica y personal de sus dirigentes, expertos, portavoces y miembros en general, que no es lo mismo que la publicación o exhibición cuasi-instantánea de una lista de “conflictos de intereses”.
Un aspecto en el que la SEC debería involucrase más es en perseguir, denunciar y trabajar para abolir las desigualdades regionales y locales de la asistencia cardiológica en el sistema sanitario nacional. Tales inequidades se dan en diversos aspectos: listas de espera, disponibilidad de equipos y especialistas para técnicas diagnósticas o terapéuticas avanzadas, acceso a nuevos fármacos, etc. El hecho de que buena parte de la culpa de esta situación deba apuntarse al debe de la desorganización estructural y a desacertadas políticas autonómicas - y no, en modo alguno, a la categoría profesional y humana de los profesionales ni a su irreprochable trabajo diario- no nos exime de intentar solucionar este asunto, en nuestro ámbito de actuación personal y colectivamente como sociedad de alto peso científico.
Por último, permitidme una llamada a la colaboración. Los socios de la SEC tienen que acercarse más y en mayor número a ella y ésta a su vez promoverlo y facilitarlo. El congreso es una excelente oportunidad para dotarlo de contenido personal e incrementar las oportunidades de relación social y profesional.
Disfrutad del congreso, queridos colegas. Y del afán por saber. Para que sigamos todos laborando por la ciencia y a favor de los pacientes, únicos merecedores de nuestro esfuerzo y objeto de nuestra dedicación.
Eduardo Alegría Ezquerra