En este trabajo se estudió el impacto de la hiperpotasemia que aparece durante un ingreso hospitalario por insuficiencia cardiaca (IC) descompensada en la mortalidad, así como la influencia que esto tiene en el manejo de los fármacos inhibidores del eje renina-angiotensina-aldosterona (ISRAA).
Se determinaron las cifras de potasio (K) al momento del ingreso hospitalario y diariamente hasta el alta o al día 7 del ingreso. Se definió hiperpotasemia con la aparición de K > 5 mEq/l, y el evento principal considerado fue la mortalidad por cualquier causa a 180 días.
Se incluyeron 1.589 pacientes. De manera global, se observó un incremento del K durante el ingreso (4,3 ± 0,6 frente a 4,50 ± 0,6; p < 0,001). El 35% desarrolló hiperpotasemia, siendo más frecuente entre los que tomaban previamente antagonistas del receptor mineralocorticoide (ARM), siendo además frecuente la reducción de su dosis durante el ingreso por esta causa.
La presencia de hiperpotasemia durante el ingreso no se relacionó con un peor pronóstico. Sin embargo, la reducción de la dosis de ARM si que se asoció a un peor pronóstico (hazard ratio [HR] 1,73; intervalo de confianza 95%: 1,15-2,60). De hecho, los pacientes que eran dados de alta con la misma dosis de ISRAA, o que se titulaban durante el ingreso, tenían una menor mortalidad a 180 días.
Por tanto, la hiperpotasemia transitoria no se relaciona con peor pronóstico, aunque sí la reducción de las dosis de los fármacos con beneficio pronóstico.
Comentario
Se trata de un trabajo muy interesante que evalúa el impacto pronóstico de una alteración electrolítica muy frecuente durante el ingreso por IC descompensada, como es la hiperpotasemia.
Como ya se demostró con el deterioro transitorio de la función renal, la hiperpotasemia transitoria en este contexto no implica un peor pronóstico. Otros trabajos en este mismo ámbito, como el de Nuñez J, demostraron en el impacto de las oscilaciones en las cifras de K en el pronóstico de los pacientes con IC.
Por otro lado, la reducción de fármacos ISRAA sí se asoció con un aumento de la mortalidad a 180 días. Este hallazgo es especialmente importante para el manejo de estos pacientes, aunque queda la duda de si un punto de corte de 5 mEq/l puede considerarse como hiperpotasemia “peligrosa”, cuando cifras entre 5 y 5,5 mEq/l, con monitorización estrecha durante el ingreso, pueden ser seguros.
El segundo mensaje importante de este trabajo es que hay que ser prudente en el manejo de los fármacos cardioespecíficos que se usan en IC, y no reducirlos de forma sistemática ante el mínimo deterioro de la función renal o de los electrolitos. De hecho, podría ser razonable asociar fármacos empleados en el manejo de la hiperpotasemia no aguda, como Patiromer, para resolver la situación que lo ha propiciado y evitar la reducción de ISRAA, con el impacto pronóstico negativo que supone.
Por tanto, como se ha demostrado en otros trabajos, deben intentar mantenerse los fármacos con impacto pronóstico en pacientes con IC aguda, siendo prudentes en el manejo de la hiperpotasemia que aparece durante el ingreso. Deben tratar de mantenerse las dosis de los ISRAA e incluso aprovechar para titularlos, teniendo en cuenta que esto mejora el pronóstico y que, en la mayoría de las ocasiones, la hiperpotasemia puede tener un carácter transitorio. Para ello, debe realizarse una monitorización estrecha de la función renal y de los iones, con un adecuado uso de diuréticos y fármacos que ayudan a manejar la hiperpotasemia.
Referencia
- Beusekamp JC, Tromp J, Cleland JGF, Givertz MM, Metra M, O'Connor CM, Teerlink JR, Ponikowski P, Ouwerkerk W, van Veldhuisen DJ, Voors AA, van der Meer P.
- JACC Heart Fail. 2019 [Ahead of print]. doi: 10.1016/j.jchf.2019.07.010.]