Existen pocos datos sobre las consecuencias a largo plazo de la infección por COVID-19. Los autores de este trabajo, que como no puede ser de otra forma viene de uno de los hospitales de la ciudad china de Wuhan, analizaron la evolución clínica a los 6 meses del alta en una cohorte amplia de pacientes que habían superado el ingreso por COVID-19.
Después de excluir a los pacientes en los que se consideró que organizar una visita de seguimiento podría ser difícil por razones médicas o sociales, se obtuvieron datos de 1.733 de los 2.469 pacientes dados de alta por COVID-19. Los pacientes fueron valorados con cuestionarios clínicos, exámenes físicos, análisis de sangre y una prueba de marcha de 6 minutos. En función de la gravedad de su cuadro clínico durante el ingreso, algunos pacientes fueron seleccionados para realizar una tomografía computarizada (TC) de tórax de alta resolución y ecografía abdominal o de las venas de miembros inferiores. Finalmente, en un pequeño grupo de pacientes que participaron en un ensayo clínico sobre la utilidad de lopinavir para suprimir el SARS-CoV-2 se midieron los anticuerpos frente al coronavirus.
De los 1.733 pacientes el 52% eran varones, con una edad mediana de 57 años. El estudio de seguimiento se realizó después un plazo promedio de 186 días después del inicio de los síntomas. Los síntomas más frecuentes de los pacientes reportados en esta visita se seguimiento fueron la fatiga o debilidad muscular persistente (63%, 1.038 de 1.655) y las dificultades para dormir (26%, 437 de 1.655). Un 23% (367 de 1.617) tenían ansiedad o depresión. La lista de síntomas incluía pérdida de pelo (22%), alteraciones en el olfato (11%), palpitaciones (9%), dolor articular (9%), alteraciones en el gusto (7%), mareo (6%) o dolor torácico (5%).
Una proporción importante de pacientes, mayor cuanto fue la gravedad del cuadro clínico asociado a la infección aguda, tuvieron un resultado por debajo de lo normal en la prueba de marcha de 6 minutos (entre el 24% y el 29%) y alteraciones en el test de difusión pulmonar (entre el 22% y el 56%). Los pacientes con un cuadro clínico más grave también tuvieron una mayor frecuencia de alteraciones en la TC de control, con presencia de infiltrados en vidrio deslustrado o líneas irregulares. 107 de 822 participantes sin lesión renal aguda y con filtración glomerular basal superior a 90 ml/min/1,73 m² tuvieron una filtración glomerular inferior a 90 ml/min/1,73 m² en el seguimiento. En los 94 pacientes con anticuerpos sanguíneos analizados durante el seguimiento, tanto la tasa de seropositividad como los títulos medios de anticuerpos neutralizantes fueron significativamente más bajos que en la fase aguda.
Los datos sugieren que, a los 6 meses de la infección aguda, un porcentaje importante de pacientes supervivientes de COVID-19 seguían teniendo fatiga o debilidad muscular, dificultades para dormir y ansiedad o depresión. Los pacientes que estuvieron más gravemente enfermos durante su ingreso tienen una capacidad de difusión pulmonar más deteriorada y más alteraciones en la TC torácica, por lo que son los que necesitan una vigilancia más estrecha para controlar las secuelas a largo plazo.
Comentario
La infección por COVID-19 sigue siendo por desgracia nuestro principal problema de salud pública. Las consecuencias de la infección aguda son bien conocidas. Sin embargo, se sabe bastante menos de la repercusión posterior de la enfermedad, y hay un número importante de pacientes que sigue teniendo síntomas persistentes después de haber superado la fase aguda, lo que conocemos como síndrome post-COVID. Aunque las manifestaciones principales parecen ser las secuelas de la infección pulmonar, este problema también lo vemos en las consultas de cardiología ya que no es infrecuente que los pacientes consulten por palpitaciones, disnea o dolor torácico.
Este trabajo recoge los datos del seguimiento después del alta por COVID-19 de la serie de pacientes más importante publicada hasta el momento, con 1.733 pacientes seguidos en promedio 6 meses. El resultado principal es que, entre los pacientes que tienen un cuadro clínico lo suficientemente importante como para necesitar ingreso, a los 6 meses de evolución hasta un espectacular 76% de los casos refería tener al menos un síntoma persistente, en especial fatiga o debilidad muscular, insomnio, ansiedad o depresión. La proporción de pacientes con síntomas persistentes era mayor entre mujeres y tenía una relación evidente con la gravedad del cuadro clínico en la infección aguda. Los pacientes con cuadros clínicos más graves tenían una mayor proporción de alteraciones en la difusión pulmonar y en la TC de tórax.
El mecanismo de las consecuencias a largo plazo de la infección por COVID-19 básicamente es desconocido, pero intuimos que probablemente sea multifactorial, con participación de los efectos directos de la infección viral, de la respuesta inmunológica y de los efectos secundarios de los corticoides y de los tratamientos recibidos. A día de hoy, el manejo de los pacientes no tiene recomendaciones específicas, por lo que en pacientes con síntomas que causen dudas de problemas cardiológicos el manejo debe ser el indicado en las guías de práctica clínica “generales” y no tenemos más tratamiento que el sintomático.
Referencia
6-month consequences of COVID-19 in patients discharged from hospital: a cohort study
- Chaolin Huang, Lixue Huang, Yeming Wang, Xia Li, Lili Ren, Xiaoying Gu, Liang Kang, Li Guo, Min Liu, Xing Zhou, Jianfeng Luo, Zhenghui Huang, Shengjin Tu, Yue Zhao, Li Chen, Decui Xu, Yanping Li, Caihong Li, Lu Peng, Yong Li , Wuxiang Xie, Dan Cui, Lianhan Shang, Guohui Fan, Jiuyang Xu, Geng Wang, Ying Wang, Jingchuan Zhong, Chen Wang , Jianwei Wang, Dingyu Zhang, Bin Cao.
- Lancet 2021 Jan 16;397(10270):220-232.