En este estudio se evalúa la relación entre la actividad física medida por un dispositivo y la incidencia de insuficiencia cardiaca (IC). Para ello, trata de establecerse una relación dosis-respuesta entre la cantidad e intensidad de la actividad física y la incidencia de IC.
Los autores diseñaron un estudio observacional, prospectivo de cohortes, en el que se incluyeron 94.739 participantes voluntarios de entre 42 y 80 años, sin antecedentes conocidos de infarto de miocardio o de IC, los cuales recibieron un acelerómetro de muñeca. Entre los años 2013 y 2015 se midió la actividad física realizada, calculando tanto la intensidad de la misma (suave, moderada o vigorosa) como el tiempo total en cada uno de dichos grupos de intensidad (en minutos por semana). Se realizó un seguimiento que se inició al terminar las mediciones de la actividad física, cuya mediana fue de 6,1 años, y se recogieron los casos incidentes de ingreso hospitalario por IC y la mortalidad. Así, se evaluó mediante regresión de Cox la relación entre intensidad y tiempo de actividad física y la incidencia de ingreso por IC, ajustando por múltiples comorbilidades y realizando además un análisis de riesgos competitivos en los casos de mortalidad atribuida a causas distintas de la IC.
Durante el tiempo de seguimiento, la tasa de incidencia de ingreso por IC fue de 98,5 por 10.000 personas-año. En comparación con los participantes que no realizaron actividad física moderada ni vigorosa, los sujetos que realizaron de 150 a 300 minutos semanales de actividad moderada (hazard ratio 0,37, intervalo de confianza del 95%: 0,34-0,41) y los que realizaron de 75 a 150 minutos de actividad vigorosa (hazard ratio 0,34, intervalo de confianza del 95%: 0,25-0,46) mostraron menor incidencia de IC. Respecto a la actividad física moderada, el riesgo de IC en relación con el tiempo semanal de dicha actividad disminuyó progresivamente hasta alcanzar los 600 minutos por semana, y posteriormente la curva se mostró plana al aumentar el tiempo de actividad moderada. En cambio, en el grupo con actividad física vigorosa se observó respecto al tiempo de ejercicio una curva en J en el análisis crudo y en U en el análisis ajustado, en el que el mínimo riesgo de IC se observó en torno a los 150 minutos por semana, aumentando este riego al disminuir o aumentar el tiempo de actividad vigorosa. Además de esto, se observó que el beneficio en la incidencia de IC observado para la actividad moderada fue independiente del tiempo de actividad vigorosa realizado; sin embargo, la realización de 75-150 minutos semanales de actividad vigorosa solo se asoció a una menor incidencia de IC en aquellos sujetos que realizaron al menos 300 minutos semanales de actividad moderada.
En conclusión, este trabajó mostró que la actividad física medida por un dispositivo, fundamentalmente de intensidad moderada, se asoció con un menor riesgo de ingreso por IC.
Comentario
Existe una amplia evidencia que señala a la actividad física como un factor de riesgo modificable con una fuerte asociación con el desarrollo de enfermedad cardiovascular. Sin embargo, una amplia mayoría de esta evidencia previamente disponible se ha basado en estudios en los que la actividad física no se ha medido de manera objetiva, sino que se ha comunicado por los propios participantes del estudio, lo cual introduce un gran componente de subjetividad que sesga los resultados obtenidos. Si analizamos los estudios que han evaluado los efectos cardiovasculares del ejercicio tras una medición objetiva con un dispositivo, la mayoría de ellos se centraron en la estimación de eventos cardiovasculares agudos (infarto agudo de miocardio e ictus fundamentalmente), y ninguno de ellos ha establecido una comparación entre la actividad moderada y la actividad vigorosa.
Así, el presente trabajo aporta varias novedades que resultan de gran interés en el campo de la prevención de la enfermedad cardiovascular. Por un lado, establece una asociación entre actividad física, medida de manera objetiva por un dispositivo (sin el sesgo de la comunicación subjetiva del participante) y la incidencia de IC. Además de ello, muestra cómo la realización de actividad moderada durante un tiempo mayor al que recomienda actualmente la Organización Mundial de la Salud (cuyas directrices actuales señalan 150-300 minutos por semana) puede aportar un beneficio en la disminución de la incidencia de IC; teniendo en cuenta que estas recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, se basan fundamentalmente en trabajos con mediciones subjetivas autocomunicadas por los participantes, parece razonable realizar una nuevos trabajos con mediciones objetivas que confirmen la necesidad de unas recomendaciones con un mayor tiempo de actividad moderada, como se señala este estudio.
Respecto a la actividad vigorosa, resulta también muy reseñable el hecho de que la actividad por encima de los 150 minutos, estimando dicho tiempo de manera objetiva, podría ser perjudicial al aumentar la incidencia de IC, e incluso la actividad vigorosa en su intervalo temporal óptimo podría perder su efecto beneficioso si no se acompaña de actividad física moderada; el intervalo temporal que se mostró eficaz en la reducción del riesgo para esta actividad vigorosa es coherente con las actuales recomendaciones de 75 a 150 minutos semanales. En este punto es necesario recordar que el tiempo de actividad física medida de manera objetiva suele ser significativamente mayor que el tiempo estimado subjetivamente, pues los episodios de actividad de corta duración (generalmente menores de 10 minutos) suelen ser olvidados en la comunicación subjetiva.
Este trabajo presenta también varias limitaciones que es necesario recalcar. En primer lugar, se trata de un estudio observacional, por lo que no pueden establecerse asociaciones causales entre la actividad física y el evento evaluado. A pesar de que la medición de la actividad física es objetiva por el hecho de basarse en un acelerómetro con parámetros previamente validados, los umbrales establecidos como actividad física leve, moderada o vigorosa podrían ser sujetos a discusión. La medición de la actividad física se realizó entre los años 2013 y 2015, por lo que se desconoce el efecto en los resultados que podría tener la actividad realizada en los años anteriores o posteriores.
En conclusión, vemos como en el presente trabajo la actividad física, principalmente de intensidad moderada, medida de manera objetiva mediante un acelerómetro de muñeca se asoció con una disminución del riesgo de ingreso de IC. La realización de actividad moderada por encima del tiempo que actualmente se recomienda se asoció con un mayor beneficio en la reducción de la incidencia de IC. La asociación de actividad física vigorosa con la IC debe evaluarse cuidadosamente en el futuro para valorar una posible matización de las recomendaciones actuales.
Referencia
- Ho FK, Zhou Z, Petermann-Rocha F, Para-Soto S, Boonpor J, Welsh P, Gill JMR, Gray SR, Sattar N, Pell JP, Celis-Morales C.
- doi.org/10.1161/CIRCULATIONAHA.122.059663Circulation. 2022;0.