La semaglutida subcutánea, un agonista del receptor del péptido similar al glucagón tipo 1 (arGLP-1), ha demostrado beneficios cardiovasculares y metabólicos en pacientes con diabetes tipo 2. El objetivo del estudio STRIDE fue evaluar si la semaglutida mejora la capacidad funcional, los síntomas y la calidad de vida en personas con enfermedad arterial periférica (EAP) sintomática y diabetes tipo 2.
El STRIDE es un ensayo clínico fase 3b, aleatorizado, multicéntrico, doble ciego y controlado con placebo, realizado en 112 centros de 20 países. Se incluyeron adultos con diabetes tipo 2 y EAP con claudicación intermitente (estadio IIa de Fontaine, con distancia de marcha >200 m en llano) y un índice tobillo-brazo ≤0,90 o índice dedo-brazo ≤0,70. Se excluyeron personas con otras causas limitantes de movilidad o revascularización reciente o planificada. Los participantes fueron aleatorizados a recibir semaglutida subcutánea semanal (1 mg) o placebo durante 52 semanas. El criterio de valoración primario fue la proporción respecto al valor basal de la distancia máxima de marcha a las 52 semanas, evaluada mediante una prueba de marcha en cinta a carga constante (3,2 km/h, 12% inclinación). Entre los objetivos secundarios confirmatorios se incluyeron la calidad de vida específica (VascuQoL-6), la distancia de marcha sin dolor y la persistencia del efecto tras la interrupción del fármaco. Como objetivo exploratorio se incluyó un compuesto de terapia de rescate o mortalidad por cualquier causa. Se recogieron eventos adversos y desenlaces clínicos de miembros inferiores.
Se incluyeron 792 participantes (396 por grupo; 25% mujeres; edad media 68 años, 59% con un IMC <30 kg/m2). A las 52 semanas, la distancia máxima de marcha mejoró más con semaglutida que con placebo (mediana 26,4 m, media 39,9 m; mediana del cociente: 1,21 frente a 1,08; razón de tratamiento estimada 1,13; intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: 1,06-1,21; p=0,0004). También hubo mejorías significativas en la distancia de marcha sin dolor (mediana 13,8 m, media 29,8 m; mediana del cociente 1,21 frente a 1,10; p=0,0046) y en el VascuQoL-6 (diferencia de 1 punto; p=0,011). Los efectos se mantuvieron tras la discontinuación del tratamiento. En el compuesto de terapia de rescate o mortalidad por cualquier causa se observó una disminución en el grupo de semaglutida respecto placebo (3,5% frente al 7,6%; hazard ratio [HR] 0,46, IC 95%: 0,24-0,85). No se observaron diferencias relevantes en la incidencia de eventos adversos graves (19% con semaglutida frente al 20% con placebo) ni en las tasas de eventos adversos posiblemente relacionados con el tratamiento.
Los autores concluyen que en pacientes con diabetes tipo 2 y EAP sintomática, el tratamiento con semaglutida mejora significativamente la capacidad de marcha, los síntomas y la calidad de vida, sin un aumento de eventos adversos graves, posicionándola como una posible terapia funcional para esta población.
Comentario
En el contexto actual del tratamiento de la EAP, caracterizado por la escasez de opciones farmacológicas eficaces para mejorar la capacidad funcional de los pacientes, el estudio STRIDE aporta evidencia sólida sobre un nuevo enfoque terapéutico con semaglutida. A diferencia de la mayoría de los fármacos utilizados hasta ahora, cuyo efecto principal se limita al alivio sintomático, semaglutida se posiciona como una estrategia que no solo mejora la capacidad de marcha y los síntomas, sino también aspectos relevantes de la calidad de vida, todo ello con un perfil de seguridad consistente con estudios previos.
Una de las fortalezas metodológicas del ensayo STRIDE es el uso de un endpoint primario funcional (cociente de mejora en la distancia máxima de marcha en cinta con carga constante), que refleja de forma objetiva la limitación central en la EAP: la pérdida progresiva de función física. Este criterio se complementó con medidas clínicas secundarias jerarquizadas como la distancia sin dolor, el cuestionario específico VascuQoL-6 y la persistencia del efecto tras la interrupción del tratamiento. En todos ellos, semaglutida demostró superioridad estadísticamente significativa frente a placebo. La magnitud del efecto fue modesta en términos absolutos (mejoras de 26 a 40 metros en la marcha), pero clínicamente relevante en un contexto de enfermedad crónica, progresiva y con opciones terapéuticas limitadas. La mejora fue mantenida incluso tras la suspensión del tratamiento a las 52 semanas, lo que sugiere un efecto sostenido más allá de la mera modulación glucémica o ponderal.
Cabe destacar que la población del ensayo representaba un grupo con EAP en estadio IIa, funcionalmente comprometido (distancias iniciales de ~185 m en cinta con 12% de pendiente), y con una elevada carga de comorbilidades. Estos pacientes, a pesar de estar tratados con estándares de atención optimizados, mostraron una mejoría funcional objetiva con semaglutida. Además, el perfil de seguridad fue favorable y congruente con estudios previos en otras poblaciones, sin señales nuevas de alarma.
En este sentido, el STRIDE abre la puerta a considerar los arGLP-1 como herramientas terapéuticas funcionales en pacientes con EAP y diabetes tipo 2, no solo por su efecto metabólico y vasculoprotector, sino por un impacto clínico directo en la capacidad de ejercicio, el síntoma clave de esta enfermedad. El uso de semaglutida en este contexto plantea un cambio de paradigma en el manejo farmacológico de la EAP, equiparándose en eficacia funcional a terapias clásicas como el cilostazol, pero con beneficios cardiovasculares y metabólicos añadidos. La disponibilidad de un tratamiento que mejora simultáneamente control glucémico, peso corporal, calidad de vida y función física supone un avance clínico de relevancia. Futuras investigaciones deberán explorar su uso en pacientes sin diabetes y evaluar su efecto a largo plazo en eventos mayores como amputaciones o revascularizaciones.
Referencia
- Marc P Bonaca, Andrei-Mircea Catarig, Kim Houlind, Bernhard Ludvik, Joakim Nordanstig, Chethana Kalmady Ramesh, Neda Rasouli, Harald Sourij, Alex Videmark, Subodh Verma, for the STRIDE Trial Investigators.
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