La insuficiencia cardiaca (IC) es un problema de enorme complejidad, que afecta a un gran número de personas, con una elevada mortalidad y tasa de hospitalizaciones, de tratamiento muy variado y no fácil de aplicar y optimizar.
Por ello, hace unos años surgieron nuevas formas de organizar la atención a los pacientes con IC, mediante programas y unidades especializados y multidisciplinarios, con personal específico, tanto médico como de enfermería, que intentaban superar las deficiencias derivadas de la organización sanitaria habitual, basada en el paradigma de la atención al paciente agudo y hospitalizado. Numerosos estudios y metaanálisis han demostrado la eficacia de estos programas, basados en unidades de IC, para reducir la tasa de reingresos e incluso la mortalidad de los enfermos, lo que ha llevado a su inclusión en las guías de práctica clínica europeas y norteamericanas, con la máxima clase de recomendación, I A.
En España, los programas y unidades de IC se han ido desarrollando de una forma voluntarista y no organizada, coexistiendo con las unidades avanzadas cuyo germen fue inicialmente el trasplante cardiaco. Gracias a las iniciativas individuales de muchos centros, con profesionales interesados en la IC, y también de programas estructurados organizados por la Sección de Insuficiencia Cardiaca de la SEC, el número de hospitales con unidades de IC ha ido aumentando y ya son algo habitual, no solo en servicios de cardiología, sino también de medicina interna. Sin embargo, muchas de estas unidades siguen siendo consultas monográficas, y, en general, sus características y estructura son muy variables. Parece, por tanto, importante definir unos criterios mínimos comunes que deben cumplir las unidades, así como establecer unos estándares de estructura y funcionamiento que garanticen la calidad de su atención a los pacientes y el correcto seguimiento de las recomendaciones de las guías de práctica clínica.
Este es el objetivo que se ha propuesto la SEC dentro de su programa SEC-Excelente, acreditar la excelencia y una atención de calidad por parte de los servicios y unidades de cardiología en los procedimientos y procesos cardiovasculares más relevantes e importantes. El primer proceso elaborado es precisamente el de insuficiencia cardiaca. Los servicios de cardiología pueden solicitar la acreditación SEC-Excelente para el proceso global de IC y para las unidades de IC de que dispongan. En este documento, publicado en Revista Española de Cardiología, se resumen los dos aspectos más importantes de este proyecto. En primer lugar, se ha establecido una nueva nomenclatura para los distintos tipos de unidades de IC (comunitarias, especializadas y avanzadas), dependiendo del nivel, equipamiento y cartera de servicios del hospital, del servicio de cardiología y de la unidad de IC. En segundo lugar, se han establecido una serie de estándares mínimos (de proceso, de estructura, de personal y recursos humanos, de equipamiento y de resultados) que deben cumplir los servicios y unidades para poder recibir la acreditación de SEC-Excelente, mediante un proceso de auditoría documental y presencial. Las unidades avanzadas de IC son las ubicadas en centros de tercer nivel que disponen de trasplante cardiaco y posibilidad de implantación de asistencias circulatorias. Las unidades especializadas son unidades establecidas en centros de tercer o segundo nivel, con servicios de cardiología con hemodinámica y electrofisiología, y cirugía cardiaca, pero que no realizan trasplante e implante de asistencias, aunque sí implante de dispositivos. Las unidades comunitarias se ubican habitualmente en hospitales comarcales, de primer nivel, y no tienen los equipamientos y recursos anteriores. Las unidades comunitarias y especializadas deben ser inter o multidisciplinarias a nivel intrahospitalario, coordinadas con medicina interna y otras especialidades, y con un papel fundamental de enfermería, y deben tener también elaborada una vía clínica de derivación y flujo de los pacientes hacia y desde atención primaria.
Para concluir, no se discute hoy en día la complejidad del manejo de la IC y su trascendencia pronóstica, ni la necesidad de organizar nuevas formas de gestión de la atención a los pacientes que la sufren, basadas en programas y unidades específicas de tipo interdisciplinar, con personal especializado, tanto médico como de enfermería, coordinadas con atención primaria, y con reconocimiento oficial dentro de los servicios. Pueden ser variables en su estructura, organización y cartera de servicios dependiendo del tipo de centro, pero con el fin de garantizar su óptimo funcionamiento, deben cumplir con una serie de estándares de calidad homogéneos y mensurables, que incluyan la monitorización de sus resultados.
Referencia
- Manuel Anguita Sánchez, José Luis Lambert Rodríguez, Ramón Bover Freire, Josep Comín Colet, María G. Crespo Leiro, Francisco González Vílchez, Nicolás Manito Lorite, Javier Segovia Cubero, Francisco Ruiz Mateas, Francisco Javier Elola Somoza, Andrés Íñiguez Romo.
- Rev Esp Cardiol. 2016;69:940-50.