El objetivo del estudio fue determinar si la incidencia de trastornos cardiovasculares era mayor para las mujeres que habían tenido recién nacidos con defectos cardiacos congénitos.
El estudio cuenta con una cohorte de 1.084.251 mujeres que habían dado a luz entre 1989 y 2013 en Quebec, Canadá. Se identificaron aquellas mujeres cuyos bebés tenían defectos cardiacos y se clasificaron entre críticos, no críticos o inexistentes. Del total de mujeres incluidas en el estudio, 1.516 presentaron defectos cardiacos críticos y 14.884 con defectos cardiacos no críticos en la descendencia. Se cuantificó la incidencia de hospitalizaciones por enfermedad cardiovascular, tras un seguimiento que se extiende hasta 25 años después del embarazo. Los modelos se ajustaron por edad, paridad, preeclampsia, comorbilidad, falta de acceso a material adecuado y periodo de tiempo.
Las mujeres cuyos bebés tenían defectos cardiacos tenían una mayor incidencia general de hospitalización cardiovascular. Hubo 3,38 hospitalizaciones cardiovasculares por cada 1.000 personas-años para las personas con defectos críticos (IC 95%: 2,67-4,27), 3,19 para defectos no críticos (IC 95%: 2,96-3,45) y 2,42 para ningún defecto cardiaco (IC 95%: 2,39-2,44). En comparación con ningún defecto cardiaco, las mujeres cuyos bebés tenían defectos críticos tenían una razón de riesgo de 1,43 (IC 95%: 1,13-1,82) para cualquier hospitalización cardiovascular, y las mujeres cuyos bebés tenían defectos no críticos tenían una razón de riesgo de 1,24 (IC 95%: 1,15-1,34), en modelos ajustados. Los riesgos de las causas específicas de la hospitalización cardiovascular, incluidos el infarto de miocardio, la insuficiencia cardiaca y otros trastornos ateroscleróticos, también fueron mayores para las madres de bebés con defectos cardiacos congénitos que sin defectos.
Comentario
Los resultados de este original estudio muestran que las mujeres cuyos bebés tienen defectos congénitos cardiacos tienen un mayor riesgo de hospitalización cardiovascular. Una mayor gravedad de la cardiopatía congénita se relacionó con un mayor riesgo de eventos cardiovasculares. Dicha asociación, se mantuvo tras el análisis ajustado por factores potencialmente confusores.
Llamativamente, la incidencia acumulada de hospitalización cardiovascular comenzó a divergir poco después del embarazo. Por ejemplo, para mujeres cuyos descendientes tenía defectos cardiacos críticos, la incidencia de insuficiencia cardiaca, infarto de miocardio y angioplastia coronaria aumentó más rápidamente después de 10 años de seguimiento. En cuanto a aquellas con descendencia afecta de un defecto no crítico, el aumento de las hospitalizaciones cardiovasculares fue generalmente estable en el tiempo. En concreto, las mujeres cuyos bebés tenían defectos críticos presentaban una mayor tendencia a la hospitalización por infarto de miocardio; requerían una mediana de 7,2 años para alcanzar las 5 hospitalizaciones por 10.000, en comparación con 9,8 años en mujeres cuya descendencia no tenía defectos cardiacos. Del mismo modo, las mujeres cuyos bebés tenían defectos cardiacos críticos, no críticos, o no presentes, precisaron una mediana de 16,8, 15,2 y 22,0 años respectivamente, para alcanzar los 5 paros cardiacos por 10.000.
Analizando los subtipos de cardiopatías congénitas, las mujeres cuyos bebés tenían tetralogía de Fallot tenían 1,49 veces el riesgo de hospitalización cardiovascular (IC 95%: 0,95-2,34) y las mujeres cuyos bebés tenían corazón izquierdo hipoplásico tenían 2,24 veces el riesgo (IC 95%: 1,27-3,96) en comparación a aquellos sin defectos cardiacos. Es de destacar que los riesgos también fueron superiores para varios defectos no críticos. En comparación con la ausencia de defecto cardiaco, las mujeres cuyos bebés tenían defectos de la arteria pulmonar no crítica tenían 1,66 veces el riesgo de hospitalización cardiovascular (IC 95%: 1,27-2,17) y las mujeres cuyos bebés tenían defectos heterotáxicos no críticos tenían 2,42 veces el riesgo (IC 95%: 1,15-5,08).
Si bien no se puede descartar la presencia de un componente genético, los autores del estudio reconocen que debido a la falta de información demográfica completa, no se pudo ajustar la tasa de eventos a la presencia de factores de riesgo cardiovascular como el estilo de vida, la nutrición o el tabaquismo, que podrían mediar en la asociación hallada. Del mismo modo, es posible que la relación entre defectos cardiacos congénitos y los eventos cardiovasculares maternos se relacionen con factores psicosociales como el estrés inherente a la presencia de una enfermedad importante en un hijo, pero se desconoce si existen otros factores relacionados con un hipotético desequilibrio angiogénico que se ha evidenciado en pacientes con defectos cardiacos.
En cualquier caso, los defectos cardiacos congénitos en la descendencia pueden ser un marcador temprano de predisposición a la enfermedad cardiovascular. El presente estudio presenta ciertas limitaciones propias de los análisis de naturaleza retrospectiva, por lo que hacen falta nuevos estudios para confirmar los hallazgos de este análisis y determinar si son precisas maniobras más intensivas de cribado cardiovascular en esta cohorte de pacientes y extremar las medidas de prevención cardiovascular.
Referencia
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