“El ecocardiograma debe ser la primera línea en el diagnóstico de la enfermedad del pericardio, pero no la única”. Así lo ha puesto de manifiesto el Dr. Alberto Cecconi, cardiólogo del Hospital Universitario de la Princesa, en la sesión titulada “Diagnóstico multimodal de la enfermedad del pericardio”, celebrada en el e-Congreso SEC 2020 de la Salud Cardiovascular.
En la pericarditis aguda, las ‘Guías de Práctica Clínica’ indican que el ecocardiograma está siempre indicado, debido a que la presencia de derrame pericárdico (que se da en el 40% de los casos) es uno de los cuatro criterios diagnósticos. Estas guías, incluso, apuntan que si este derrame tiene un grosor superior a 20 mm está indicada la hospitalización del paciente, por ser de alto riesgo.
En el contexto de la pericarditis constrictiva, el ecocardiograma permite hacer el diagnóstico de la fisiología constrictiva con el característico “bamboleo” septal, con la variabilidad de los flujos de llenado al variar la respiración, con la dilatación de la venas cava y suprahepáticas y con la inversión del flujo diastólico en las suprahepáticas con la espiración.
“Es cierto que el ecocardiograma debe ser la primera prueba diagnóstica en estos casos, pero serán necesarias otras pruebas, como la resonancia magnética (RM) y la tomografía computarizada (TC) para poder definir mejor el pericardio”, apunta Cecconi. “Hay que admitir que el ecocardiograma tiene ciertas limitaciones”, prosigue el experto, “Está limitado por ventana acústica en determinados pacientes, tenemos una evaluación regular del grosor del pericardio, en absoluto nos detalla el grado de la inflamación del pericardio y, además, está limitada la caracterización del derrame pericárdico. Pero eso no es todo: tenemos una regular evaluación de la calificación pericárdica y también está limitada la evaluación de las masas asociadas, por ejemplo, en caso de hemopericardio”, describe Cecconi, quien opina que “la valoración con imagen multimodal no solo tiene mayor valor diagnóstico, sino también pronóstico y de guía de tratamiento”.
En la sesión online, el Dr. Cecconi ha expuesto cómo la RM y la TC valoran tanto el engrosamiento pericárdico como las masas asociadas de forma muy relevante. No solo eso, sino que la RM permite definir el grado de inflamación como guía para el tratamiento y como valor pronóstico. La TC resulta superior a la RM en la valoración de la caracterización del tipo de derrame (trasudado, exudado o hemorrágico) y las calcificaciones pericárdicas.
“Por todo ello, podemos concluir que la RM y el TC son los mejores compañeros de viaje del ecocardiograma en el diagnóstico de la enfermedad pericárdica”, apostilla el experto en imagen.