El auge de la rehabilitación cardiaca en nuestro país comenzó en 2007, con la máxima recomendación por las principales guías europeas de insuficiencia cardiaca y cardiopatía isquémica. Sin embargo, la principal estructura siempre se ha basado en la presencialidad con sesiones formativas y físicas en los hospitales y en algunos centros de salud.
Las nuevas tecnologías abrieron las puertas al control telemático, pudiendo evitar la presencialidad innecesaria y no por ello negar una atención preventiva de alta calidad para nuestros pacientes. De hecho, en 2020, la pandemia por la COVID-19 obligó a cerrar transitoriamente todas las unidades, pudiendo muchas de ellas seguir con un control telefónico o telemático únicamente. Desde la Asociación de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la SEC, Raquel Campuzano y yo, como coordinadores, planteamos recomendaciones para adaptarnos a la nueva realidad y la creación de un programa virtual de rehabilitación cardiaca (Aula Abierta de Rehabilitación Cardiaca), tanto para profesionales como para pacientes en la que colaboran actualmente un gran número de profesionales.
Desde luego, la realidad nos obliga a reinventar el formato de los programas de rehabilitación cardiaca. Necesitamos crearlos o modificarlos, dotándolos de menos presencialidad, más autocontrol y, sin embargo, manteniendo los estrechos lazos con el paciente.
Los pasos, de forma concisa, que planteo para organizar un programa virtual se podrían resumir, tras una primera reunión para la coordinación de los profesionales que van a participar en la atención dentro del programa de rehabilitación cardiaca y en la continuidad asistencial (no se modifican sus integrantes sino su modo de dedicación), en:
- Utilización de consultas virtuales, compartiendo historia clínica, para la comunicación y coordinación de las citaciones y continuidad asistencial entre los diferentes profesionales centrados en el paciente (evita la reiteración de consultas innecesarias, mejora la optimización de los recursos y facilita una mayor adherencia del paciente).
- Estratificación del riesgo del paciente desde su entrada en el programa, priorizando la atención virtual y minimizando la presencialidad (especialmente en los pacientes de bajo riesgo).
- Utilización de medios telemáticos disponibles para el registro de actividad domiciliaria, control de adherencia terapéutica y vías de comunicación con los profesionales con la menor atención presencial necesaria.
- Incentivar el uso de Aula Abierta de Rehabilitación Cardiaca como medio de formación de los pacientes, evitando la presencial excesiva, aunque pueda complementarse con sesiones formativas presenciales en pequeños grupos.
- Control de factores de riesgo en consultas de seguimiento tanto de enfermería, fisioterapia o médicas, pudiendo alternar, según necesidad, la información y valoración telefónica con modificación de la prescripción sin presencia del paciente con valoraciones presenciales cuando sea necesaria la exploración o realización de pruebas.
En resumen, trabajar con eficiencia, de forma coordinada y centrados en cada paciente individualmente, teniendo en cuenta el riesgo de su patología, su comorbilidad (incluyendo la psicológica y sociosanitaria) y sus posibilidades para adaptarse a la oferta de cuidados. Con una correcta estructuración y el uso concomitante con rehabilitación cardiaca de forma virtual conseguiremos llegar a un número más alto de pacientes y un mayor éxito en las medidas preventivas.