Durante los últimos años hemos asistido a la necesidad e interés crecientes por el conocimiento de la patología cardiovascular en el paciente anciano. El envejecimiento progresivo de la población condiciona que cada vez sean más los pacientes mayores que atendemos en nuestra práctica clínica habitual.
En el paciente anciano, además de los aspectos puramente cardiológicos, es fundamental considerar otros problemas, como la fragilidad, la comorbilidad o la polifarmacia, todos ellos con marcado impacto pronóstico.
La fragilidad es un síndrome clínico que ocurre durante el envejecimiento caracterizado por una disminución de la reserva fisiológica ante una situación de estrés, constituyendo un estado de vulnerabilidad que asocia un mayor riesgo de presentar un resultado adverso. Su prevalencia es elevada en nuestro medio, sobre todo en ancianos con comorbilidad y enfermedades crónicas. La presencia de prefragilidad y fragilidad se asocia con mayor riesgo de cualquier tipo de enfermedad cardiovascular, así como un inicio más precoz de la misma, con peores resultados clínicos y mayor morbimortalidad en todos los escenarios, agudos y crónicos, pudiendo llegar a condicionar el diagnóstico y el tratamiento de nuestros pacientes. Estos pacientes presentan, además, estancias hospitalarias más prolongadas, y mayor deterioro en la situación funcional y cognitiva tras el alta hospitalaria. A pesar de todo ello, se trata de un problema que con frecuencia no se aborda ni se incluye al planificar el manejo del paciente mayor con cardiopatía.
La Sección de Cardiología Geriátrica de la Sociedad Española de Cardiología acaba de preparar un trabajo para Revista Española de Cardiología con las recomendaciones para la valoración de la fragilidad en el anciano con cardiopatía. En este documento se revisa la evidencia científica disponible y se explican las escalas más adecuadas para la medición y valoración de la fragilidad, algunas con mayor utilidad y mejor capacidad predictiva según el contexto clínico en que se apliquen. Finalmente, se resalta también la importancia de evaluar la fragilidad para identificar su presencia e incluirla en el plan individualizado de tratamiento y cuidados que mejor se adapte a cada paciente. Este documento es, por tanto, muy recomendable para todos los implicados (cardiólogos, internistas, geriatras, médicos de atención primaria…) en el manejo clínico de los pacientes ancianos.
Referencia
- Pablo Díez-Villanueva, Albert Ariza-Solé, María Teresa Vidán, Clara Bonanad, Francesc Formiga, Juan Sanchís, F. Javier Martín-Sánchez, Vicente Ruiz Ros, Marcelo Sanmartín Fernández, Héctor Bueno y Manuel Martínez-Sellés.
- DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.recesp.2018.06.015 Rev Esp Cardiol. 2018 Sep 27. pii: S1885-5857(18)30374-8. doi: 10.1016/j.rec.2018.06.035. [Epub ahead of print]