Publicación sobre un problema importantísimo asociado a la pandemia de COVID-19: el descenso inesperado (y por lo que parece universal) del número de pacientes atendidos por infarto agudo de miocardio (IAM).
JACC recoge esta semana la publicación de una carta científica en la que 9 hospitales en Estados Unidos de alto volumen en angioplastia primaria (al menos 100 casos al año), han reunido y analizado sus datos de actividad comparando el número de casos que han tratado en el periodo “durante COVID-19” (desde el 1 de marzo, que es el momento que consideran que la actividad en Estados Unidos se ha afectado de forma importante) con los casos que tuvieron en los meses anteriores “previos a COVID-19”. ¿El resultado? Una reducción del 38% de las angioplastias primarias en el periodo de COVID-19, que corresponde a 138 casos al mes cuando esperaban recibir más de 180. Los autores advierten que los datos son difíciles de explicar en un contexto en el que lo esperable (viendo lo que pasa con las epidemias de gripe) hubiera sido en realidad tener más casos, bien porque la infección provocara algunos infartos o bien porque la infección los simulara en forma de miocarditis.
Comentario
Una de las impresiones más comunes entre los cardiólogos durante las primeras semanas de la pandemia de COVID-19 en España era que, mientras que las urgencias estaban completamente ocupadas con pacientes afectados por el coronavirus, las urgencias cardiológicas se habían reducido y los infartos con elevación del segmento ST, que requieren tratamiento con angioplastia primaria, parecían haber desaparecido.
Los compañeros de la Asociación de Cardiología Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología fueron los primeros en analizar de forma rigurosa el impacto de la pandemia de COVID-19 en la actividad asistencial en cardiología. Y en un interesante trabajo publicado en REC: Interventional Cardiology, con datos de 73 hospitales incluidos en el registro de código infarto, alertaron: durante el periodo del estado de alarma en España se han reducido un 40% los casos de intervencionismo por infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST. En esta carta que se publica ahora en JACC, los datos de actividad de un pequeño grupo de hospitales en Estados Unidos dan el mismo resultado: durante la pandemia de COVID-19 estamos haciendo un 40% menos de angioplastias primarias.
¿Dónde están los infartos? Ha habido algunas opiniones “benévolas” que han especulado con la posibilidad de que el número de infartos ha podido bajar por algún tipo de efecto beneficioso derivado del confinamiento por la limitación de la actividad física o por la reducción del estrés laboral. O tal vez por el descenso de la contaminación ambiental. Pero es muy poco probable que esa sea la causa.
Otra de las impresiones comunes entre los cardiólogos es que los pacientes con infarto que llegan al hospital lo hacen con demoras más largas, y que estamos viendo un mayor número de pacientes con infarto evolucionado o con complicaciones. Y, por otra parte, la “desaparición” de los infartos no es un problema exclusivo de los cardiólogos ya que la Sociedad Española de Neurología también ha comunicado un descenso del 30% de los ingresos por ictus en este periodo.
Se cree que los infartos no han “desaparecido”, sino que se han “ocultado” porque el miedo a contagiarse por COVID-19 en el hospital hace que muchos pacientes no pidan atención médica. Estos pacientes aguantan todo lo que pueden el dolor (y sin saberlo, aumentan el riesgo de fallecer) en su domicilio y solo llegan al hospital cuando se encuentran malos de verdad, con un infarto que ya está evolucionado o se ha complicado. La consecuencia es que en el mundo post-COVID nos vamos a encontrar un buen número de pacientes con las secuelas de un infarto no tratado. Es decir, pacientes con infartos y secuelas parecidas a los de hace 20 años. La pandemia de COVID-19 conlleva un retroceso en las mejoras en la atención al infarto de miocardio ganadas con tanto esfuerzo. Y supone de nuevo un reto para los cardiólogos, el de recordar a la sociedad en general que, aunque todos tengamos la prioridad en contener la epidemia por coronavirus, tener un dolor importante en el pecho puede ser signo de un problema de salud que necesita atención médica inmediata.
Referencia
- Santiago Garcia, Mazen S Albaghdadi, Perwaiz M Meraj, Christian Schmidt, Ross Garberich, Farouc A Jaffer, Simon Dixon, Jeffrey J Rade, Mark Tannenbaum, Jenny Chambers, Paul P Huang, Timothy D Henry.
- J Am Coll Cardiol 2020 Apr 9;S0735-1097(20)34913-5.