Estudio que analiza la relación a largo plazo entre la actividad física y la aptitud cardiorrespiratoria entre personas con fibrilación auricular (FA), examinando la mortalidad por todas las causas y por enfermedad cardiovascular (ECV), la morbilidad por ECV y accidente cerebrovascular (ACV)1.
Se trata de un trabajo sobre 1.117 individuos con FA del gran estudio de cohorte HUNT3 (Nord-Trøndelag Health Study, Noruega). Los eventos se evaluaron durante 8 años de seguimiento, los participantes informaron de sus niveles de actividad física respondiendo preguntas sobre frecuencia (actividad nunca, menos de una vez por semana, una vez por semana, 2–3 veces por semana o casi todos los días), intensidad (me tomo las cosas con calma, no me quedo sin aliento ni sudo, me esfuerzo hasta quedar sin aliento y sudo, me agotó prácticamente) y duración del ejercicio (< de 15 minutos, 15-29 min, 30 min a 1 hora o > de 1 hora). El 31% fueron mujeres, con una edad media de 73,1 años (± 10,8) y de 70,1 años (± 10,2) en los varones. Destacar una alta incidencia de hipertensión arterial (HTA) y de consumo de alcohol en las últimas 2 semanas (en aproximadamente 2/3 de participantes). Se comprobó que los pacientes con FA que cumplían las pautas de actividad física tenían un riesgo menor de mortalidad por todas las causas (cociente de riesgo [HR] 0,55; intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: 0,41-0,75), un menor riesgo de mortalidad por ECV (HR 0,54; IC 95%: 0,34-0,86) en comparación con los sujetos inactivos. Así mismo, los cocientes de riesgo para morbilidad por ECV y ACV fueron 0,78 (IC 95%: 0,58-1,04) y 0,70 (IC 95%: 0,42-1,15), respectivamente. Cada incremento de actividad en 1 MET se asoció con un menor riesgo en todos los objetivos primarios estudiados (mortalidad por todas las causas [HR 0,88; IC 95%: 0,81-0,95], mortalidad por ECV [HR 0,85; IC 95%: 0,76-0,95] y morbilidad [HR 0,88; IC 95%: 0,82-0,95]).
A la luz de estos resultados, los autores concluyen que la actividad física y una óptima aptitud cardiorrespiratoria se asocia con un menor riesgo a largo plazo de ECV y mortalidad por todas las causas en individuos con FA, apoyando un papel importante de ambas para combatir el elevado riesgo de morbimortalidad de la FA.
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Comentario
La FA es la arritmia más habitual en nuestro medio con una prevalencia en aumento y con importantes efectos adversos sobre la salud. Muchos estudios han evidenciado los beneficios de la actividad física y la aptitud cardiorrespiratoria entre pacientes que han sufrido un evento coronario para prevenir nuevos episodios de ECV, por lo que se puede afirmar que la actividad física está inversamente asociada con la morbilidad y mortalidad cardiovascular. Mantener un estilo de vida físicamente activo se traduce en una mejor salud y una menor mortalidad. Igualmente se ha evidenciado que la actividad física se asocia con una menor incidencia de FA, y por ello resaltar que en este mismo número del European Heart Journal se publica un estudio británico2 que evalúa la asociación entre la actividad física autoinformada con diferentes arritmias (FA, arritmias ventriculares y bradiarritmias) en más de 400.000 personas (52,5% mujeres), comprobándose una reducción más marcada de FA entre las personas físicamente activas, más pronunciada entre las mujeres (6-15% frente al 5-10% varones), así como un riesgo significativamente menor de arritmias ventriculares (disminución entre un 11-22%), sin hallarse evidencia que respalde una asociación entre el riesgo de bradiarritmia y la actividad física.
La actividad física puede tener acciones protectoras sobre el sustrato auricular que promueve la FA y, por otra parte, en determinadas situaciones (entrenamiento intenso de resistencia) puede tener un efecto dañino que puede conllevar un excesivo remodelado, fibrosis y dilatación auricular. Pero lo que no se había demostrado era si realizar una actividad física adecuada con una buena aptitud cardiorrespiratoria (cardiorespiratory fitness) se asocia con mejores resultados de salud entre pacientes con FA establecida, por ello la importancia de este trabajo noruego.
Se calcularon los minutos promedio de actividad física semanal multiplicando la frecuencia y la duración media por sesión. Los minutos se combinaron con la intensidad para clasificar a los participantes en tres grupos de acuerdo con las recomendaciones generales de actividad física (tabla 1). Se realizó un análisis estratificado por intensidad moderada frente a intensiva en tres categorías de tiempo de actividad física total (< 75, 75-149 y ≥ 150 min por semana). Una de las limitaciones del trabajo fue la evaluación de la actividad mediante una encuesta simple y una clasificación muy generalista, dejando la actividad moderada poco detallada y en esta zona se engloban personas con problemas cardiovasculares; otra limitación es la ausencia de información sobre uso de anticoagulantes y otros fármacos al inicio o durante el seguimiento.
Tabla 1. Grupo de actividad física | ||
Grupo 1 | Inactivo | Sin actividad o menos de 1 vez por semana |
Grupo 2 | Por debajo de lo recomendado | < 150 minutos de intensidad moderada o 75 minutos de intensidad intensiva por semana |
Grupo 3 | En lo recomendado o por encima | ≥ 150 minutos de intensidad moderada o ≥ 75 minutos de intensidad intensiva |
Los principales resultados de los individuos con FA que cumplían con las recomendaciones generales de actividad física en comparación con los inactivos quedan presentados en la figura 1. Cuando se comparó la actividad ligera-moderada frente a la intensiva, se apreció que el riesgo de cada objetivo primario fue ligeramente más bajo entre los que informaron una intensidad vigorosa, destacando los siguientes resultados:
- Los que reportaron una actividad intensiva tuvieron un riesgo 30% menor para mortalidad CV en comparación con los inactivos.
- Los que informaron de una actividad física moderada tuvieron un riesgo 50% menor para mortalidad CV en comparación con los inactivos.
- Los participantes con los niveles más altos de aptitud cardiorrespiratoria tuvieron un riesgo 36% menor que aquellos con la aptitud más baja.
¿Y si se compara una persona con FA con otra sin FA? Los resultados indican que las personas con FA que cumplieron con las recomendaciones de actividad física no tenían un riesgo considerablemente mayor de mortalidad por cualquier causa o por ECV, ni de accidente cerebrovascular en comparación con el grupo inactivo sin FA. Al compararlos con personas inactivas sin FA de la población general, aquellos con FA que estaban inactivos o que no cumplían con las recomendaciones, tenían un riesgo consistentemente mayor de cada resultado, lo que demuestra que la FA de por sí, es una entidad de mal pronóstico y que la presencia de actividad física los iguala a una persona sin FA inactiva.
En relación con otras variables, destacar que la actividad física se asoció con un menor riesgo de morbimortalidad en personas no obesas, pero no entre obesos; cada incremento de 1 MET de aptitud cardiorrespiratoria se asoció con un menor riesgo de morbilidad CV en varones pero no en mujeres.
Los que quedaban englobados en el grupo 2 (no cumplen objetivos pero no son totalmente inactivos) al ser comparados con los inactivos presentaban un menor riesgo de los objetivos analizados, lo que apunta que incluso leves aumentos de actividad física podrían ser beneficiosos en personas con FA sedentarias, lo que viene a confirmar “que poco es mejor que nada” para la salud a largo plazo. Se confirma que incluso en personas previamente sedentarias, iniciar un nuevo régimen de ejercicio a una edad más avanzada conllevará significativas mejoras de salud al frenar factores de riesgo cardiovascular.
Dentro de las causas por las que puede deberse estos resultados, es indudable que la realización de actividad física mejora el perfil de los factores de riesgo CV, reduciendo a largo plazo eventos coronarios; y se ha demostrado el efecto protector que tiene el ejercicio sobre el desarrollo y mantenimiento de la FA, con reducciones en la recurrencia de la arritmia, mientras que una disminución de la actividad física y regreso al sedentarismo puede asociarse con un aumento de hasta un 20% en los eventos CV.
Así pues, podemos concluir que las personas con FA y activas físicamente, al ser comparadas con sujetos con FA inactivos, reducen en casi la mitad su riesgo de mortalidad global y por enfermedad cardiovascular, y podrían ser comparables con la población general sin FA. Este trabajo aporta evidencias positivas sobre la acción que tiene el ejercicio entre pacientes con FA, y aunque no se puede confirmar la causalidad, debemos seguir alentando a este grupo de pacientes a realizar actividad física regular para lograr una buena forma, porque ejercicio es salud.
Referencias
1. Physical activity, cardiorespiratory fitness, and cardiovascular outcomes in individuals with atrial fibrillation: the HUNT study
- Lars E Garnvik, Vegard Malmo, Imre Janszky, Hanne Ellekjær, Ulrik Wisløff, Jan P Loennechen, Bjarne M Nes.
- Eur Heart J, Volume 41, Issue 15, 14 April 2020, Pages 1467–1475.
2. Association between physical activity and risk of incident arrytthmias in 402.406 indiviudual: evidence from the UK Biobank cohort
- Adrian D Elliott, Dominik Linz, Ricardo Mishima, Kadhi m Kadhim, Celine Gallagher, Melissa E Middeldorp, Christian V Verdicchio, Jeroen ML Hendriks, Dennis H Lau, Andre La Gerche, Prashanthan Sanders.
- Eur Heart J, Volume 41, Issue 15, 14 April 2020, Pages 1479–1486.