Para evaluar si el análisis del mapeo y la deformidad mediante resonancia cardiaca pueden mejorar la estratificación de riesgo de arritmias ventriculares (AV) y muerte súbita (MS) en la miocardiopatía no isquémica (MCNI), se realiza un análisis secundario de un registro prospectivo unicéntrico (NCT02326324), incluyendo 703 pacientes con MCNI, de los cuales 618 tenían calculado el volumen extracelular (VEC) mediante resonancia cardiaca.
El objetivo primario combinado incluía las terapias apropiadas de desfibrilador automático implantable, las taquicardias ventriculares sostenidas, parada cardiaca resucitada y MS. Durante un seguimiento medio de 21 meses, 14 pacientes (2%) experimentaron el objetivo primario. El T1 nativo no se asoció con el objetivo primario. El strain longitudinal global del ventrículo izquierdo (SLG-VI) perdió su asociación significativa tras el ajuste por fracción de eyección de ventrículo izquierdo (FEVI). Entre los pacientes con VEC disponible, 11 (2%) alcanzó el objetivo primario. El VEC se asoció significativamente con el objetivo primario y el mejor punto de corte fue 30%. Un VEC ≥ 30% fue el predictor independiente más fuerte del objetivo primario (hazard ratio [HR] 14,1; p = 0,01) tras el ajuste por realce tardío de gadolinio (RTG) y FEVI. Un VEC ≥ 30% discriminó el riesgo arrítmico entre los casos con RTG + y entre aquellos con FEVI ≤ 35%. Un modelo clínico simple de estratificación de riesgo basado en RTG, FEVI ≤ 35% y VEC ≥ 30% alcanzó una habilidad predictiva excelente (Harrell’s C 0,82) y reclasificó el riesgo del 32% de la población de estudio comparado con la utilización del criterio FEVI ≤ 35% aislado.
Comentario
La estratificación de riesgo de AV y MS en MCNI es un verdadero reto, siendo actualmente el principal criterio de decisión para la prevención una FEVI ≤ 35%. El papel de la resonancia cardiaca en este sentido parece prometedor con una fuerte evidencia para el RTG como predictor independiente. Este estudio plantea valorar si otros parámetros de resonancia cardiaca (T1 nativo, VEC y SLG-VI) aportan valor adicional (más allá de la FEVI y el RTG) para la estratificación de riesgo de AV y MS en esta entidad clínica.
Los hallazgos principales de este trabajo son:
- El T1 nativo no se asoció con el objetivo primario y el SLG-VI perdió su asociación significativa tras el ajuste por FEVI. Por lo tanto, parece que estos dos parámetros añadirían muy poco valor a una estratificación de riesgo realizada con parámetros más clásicos y sencillos como la FEVI y el RTG.
- El VEC, con un valor de corte del 30%, fue el predictor independiente de AV y MS más potente y ofreció un valor pronóstico por encima de la FEVI y el RTG.
- Un modelo de riesgo basado en FEVI ≤ 35%, la presencia o no de RTG y un VEC ≥ 30% consigue una habilidad predictiva excelente y reclasificó el riesgo del 32% de los pacientes en comparación con el uso aislado del criterio de FEVI.
Como única limitación principal del estudio, destacamos el bajo número de eventos registrados. Esto ha podido influir en que algunos análisis realizados en el objetivo primario hayan alcanzado una significación muy límite o no se haya podido realizar un análisis por subgrupos. No obstante, esto no afecta al hallazgo principal de este estudio y el potente papel del VEC en la estratificación de riesgo de AV/MS en este grupo de pacientes. Hay que tener en cuenta que el cálculo de este parámetro requiere de la realización de un hematocrito el mismo día de adquisición de la resonancia y de la programación de secuencias de mapeo de T1 pre y poscontraste.
Como conclusión, parece que un VEC ≥ 30% tiene una gran potencia en la predicción de riesgo de AV/MS en los pacientes con MCNI y deberíamos incluir este dato, junto a FEVI y RTG, en la toma de decisiones y seguimiento de nuestros pacientes. Para ello, debemos incorporar las secuencias de mapeo en T1 y el cálculo del VEC en nuestros estudios de resonancia cardiaca de estos pacientes. Teniendo en cuenta el papel creciente de este parámetro en otras patologías (amiloidosis, valvulopatías y otras miocardiopatías) será cada vez más frecuente su uso en práctica clínica habitual.
Referencia
- Di Marco A, Brown PF, Bradley J, Nucifora G, Anguera I, Miller CA, Schmitt M.
- Eur H J – Cardiovascular Imaging (2022). doi.org/10.1093/ehjci/jeac142.