Se sabe que las enfermedades cardiovasculares (ECV) son las enfermedades no transmisibles más comunes en todo el mundo y representan aproximadamente un tercio de todas las muertes a nivel mundial. En este estudio donde se reunieron datos de 112 cohortes de los 34 países que participan en el Global Cardiovascular Risk Consortium se examinaron las asociaciones entre 5 factores de riesgo y la incidencia de ECV y muerte por cualquier causa estratificados según ubicación geográfica, edad y sexo.
De un total de más de un millón y medio de participantes, de los cuales el 54,1% eran mujeres con una edad media de 54,4 años, se observaron variaciones regionales en la prevalencia de estos factores de riesgo. Se registraron un total de 80.956 eventos cardiovasculares en una mediana de seguimiento de 7,3 años y 117.369 muertes en mediana de seguimiento de 8,7 años. Los datos armonizados a nivel individual de una cohorte mundial mostraron que el 57,2% y el 52,6% de los casos de ECV entre mujeres y hombres, respectivamente, y el 22,2% y el 19,1% de las muertes por cualquier causa entre mujeres y hombres, respectivamente, pueden ser atribuibles a estos cinco factores de riesgo modificables.
Comentario
Los autores del Global Cardiovascular Risk Consortium acometieron la encomiable tarea de combinar y armonizar datos a nivel individual procedentes de 112 cohortes de todo el mundo, incluyendo más de millón y medio de personas, más de la mitad de ellos mujeres. Esta labor hercúlea nos permite tener una mejor comprensión de la relevancia contemporánea de los factores de riesgo cardiovascular a nivel global, en las diferentes áreas del mundo y para ambos sexos.
El estudio reafirma lo ya evidenciado en trabajos de alto impacto de las dos décadas previas, como INTERHEART (2004) y PURE (2013), que mostraban que los factores de riesgo cardiovascular modificables representan la mayor parte del riesgo de ECV en ambos sexos, a todas las edades y en todo el mundo. Los estudios no son directamente comparables dado que, por ejemplo, en INTERHEART, Yusuf y coautores analizaron 9 factores de riesgo incluyendo 4 de los evaluados en este estudio (índice de masa corporal, presión arterial sistólica, tabaquismo, y diabetes) junto con apolipoproteínas, alcoholismo, actividad física, tipo de dieta, y factores psicosociales. Observaron que la combinación de esos 9 componentes explicaba cerca del 90% de la incidencia de ECV. Sin embargo, es de esperar que los resultados de INTERHEART y del actual estudio hubiesen sido muy similares si ambos se hubiesen focalizado en los mismos 5 factores.
En todo caso, los hallazgos de este artículo no vienen más que a reforzar lo ya conocido desde hace años: la elevada prevalencia de las ECV y el enorme potencial para su reducción a través de la modificación de hábitos y estilos de vida de las personas. Asimismo, el estudio demuestra que los enfoques de prevención pueden basarse en principios generales similares en todo el mundo, y que tienen el potencial de prevenir más del 50% de incidencia de estas enfermedades.
En términos de mortalidad, es llamativo que solo alrededor del 20% de las muertes totales sean atribuibles a los factores de riesgo evaluados. Es de esperar que parte de este fenómeno se deba a la reducción lograda en mortalidad cardiovascular en las últimas décadas en muchos países, especialmente los Occidentales. Coherente con esta hipótesis, en África y Asia los datos de mortalidad atribuible a estos factores fueron muy elevados: del 30-40%. Adicionalmente, es de esperar que, si se hubiesen incluido otros factores como los evaluados en los estudios previamente mencionados, el porcentaje atribuible sería mayor. Aun así, no podemos restar importancia al impacto que este porcentaje genera, incluso en países Occidentales, sobre la salud pública y los posibles beneficios del control y reducción de los factores de riesgo.
Globalmente, el artículo pone de manifiesto la importancia de destinar esfuerzos y recursos a la educación de las personas en hábitos de vida cardiosaludables, tales como alimentación sana, cesación tabáquica, y realización frecuente de actividad física, entre otros. Como cardiólogos, y en definitiva como promotores de la salud, tenemos la obligación de prestar mayor atención a la educación en salud de nuestros pacientes, ya que la modificación de sus hábitos traerá como consecuencia una disminución de la prevalencia de ECV y mortalidad. Adicionalmente, el estudio sugiere que la presión arterial elevada es el primer factor de riesgo de ECV, y le asocia con hasta el 13,5% de todas las muertes anuales a nivel mundial. En todo caso, no cabe duda del papel clave de la hipercolesterolemia, el tabaquismo, la diabetes, y la obesidad como causas de ECV, y es posible que el mayor o menor peso observado para cada factor de riesgo se deba a decisiones de diseño estadístico y a la naturaleza observacional del análisis. En ese sentido, es importante destacar que la curva en U descrita por los autores para el colesterol no HDL está muy probablemente sujeta a un sesgo de confusión, ya que esta señal, habitual en estudios observacionales, nunca ha sido confirmada en ensayos clínicos de reducción de colesterol LDL. Probablemente se explique por la peor salud/nutrición y la presencia de enfermedades asociadas en muchas de las personas que presentan niveles de colesterol muy bajos sin tratamiento. Un sesgo similar probablemente aplique a la curva en U también reportada para el índice de masa corporal.
En resumen, este artículo nos vale para iniciar 2024 recordando la importancia de la prevención primordial y primaria y de la educación en salud de nuestros pacientes para reducir la carga de ECV.
Referencia
Global effect of modifiable risk Ffctors on cardiovascular disease and mortality
- The Global Cardiovascular Risk Consortium.
- N Engl J Med 2023; 389:1273-1285.