Los estilos de vida están cambiando de manera radical en las últimas décadas, en función de los usos sociales. Los hábitos del sueño englobados en ellos no son, por tanto, una excepción. Diversos estudios han sugerido la posibilidad, por varios motivos, de que las horas de sueño puedan tener una influencia directa sobre la salud cardiovascular de las personas.
Con la finalidad de estudiar dicha hipótesis, un grupo de investigadores italianos, Cappuccio et al, realizan un metanálisis recientemente publicado en European Heart Journal.
Para ello, empleando un diseño metanalítico de efectos aleatorios (el más conservador), incluyen 15 estudios prospectivos (hasta 2009), todos con seguimiento mayor a 3 años y que valoran la incidencia de enfermedad coronaria, ictus y mortalidad cardiovascular. De esta forma, su trabajo comprende algo más de 470.000 personas (seguimiento 6,9 – 25 años) y más de 16.000 eventos (4.169 eventos coronarios, 3.478 ictus). Las horas de sueño son valoradas en los diferentes estudios por medio de cuestionarios, dividiéndose, generalmente, en tres segmentos:
- Pocas horas de sueño(sueño corto) ≤ 5 o 6 h por noche.
- Duración intermedia, 7-8h.
- Periodo largo de sueño: ≥ 8-9 horas.
En resumen, los resultados del trabajo fueron los siguientes:
X duración del sueño y enfermedad coronaria
La duración corta del sueño se asoció con mayor riesgo de desarrollar enfermedad coronaria (RR 1,48), sin datos de sesgo de publicación, pero con cierta heterogeneidad en los estudios (I2= 44%, Q= 17,7, p= 0,059). Sin embargo, el sueño prolongado también fue un factor de riesgo (RR 1,38).
X duración del sueño e ictus
Respecto a la aparición de ictus, los resultados del apartado previo se repitieron, asociándose tanto el dormir poco (RR 1,15) como el dormir mucho (RR 1,65), con un mayor riesgo, de manera estadísticamente significativa.
X duración del sueño y enfermedad cardiovascular total
En cuanto al riesgo de desarrollar cualquier enfermedad cardiovascular o de fallecer, la duración corta del sueño mostró una débil relación (RR 1,03; 0,93-1,15, p= 0,52), no significativa. En cambio, la mayor duración del sueño, sí alcanzo plenamente la significatividad en este apartado (RR 1,41; 1,19-1,68, P< 0,0001).
Con los anteriores datos, los autores concluyen que se asocia con mayor riesgo cardiovascular (predictores o marcadores de riesgo cardiovascular), tanto dormir muchas horas como hacerlo pocas.
Comentario
Interesante trabajo que, aunque podría tener ciertas limitaciones, como son:
- No se pueden excluir ciertos sesgos potenciales inherentes a la naturaleza estadística del trabajo.
- Existe heterogeneidad entre los estudios incluidos.
- No se tiene en consideración la duración de las siestas en el contaje de horas dormidas
- Tampoco los enfermos con SAOS.
- Es difícil saber si es tiempo en la cama o dormido de verdad.
- Son datos extraídos de cuestionarios y no medidos de manera objetiva, etc.).
Parece ser razonable y desde luego congruente con trabajos previamente publicados.
Es razonable porque comulga con la conocida máxima de que los excesos son perjudiciales. Así, a priori ya parece que podría ser tan malo dormir muy poco como dormir mucho. También va en la línea de otros trabajos muy bonitos, como el CARDIA que demostró que dormir poco se asociaba, en un periodo de 5 años, al desarrollo de más calcificaciones coronarias medidas por TC o el Whitehall II que sugería que el efecto de dormir poco podría relacionarse con una escasa calidad de sueño.
En cualquier caso, queda por explicar por qué sucede esto. Los autores esbozan una brevísima reflexión: las alteraciones en el sueño se asocian con alteraciones en los niveles de leptina y grelina, que podrían producir a su vez un incremento en el apetito, y por ende, de la ingesta calórica, con el subsecuente desarrollo de obesidad y alteraciones glucídicas, asociadas con un mayor riesgo cardiovascular. La alteración en los niveles de la hormona de crecimiento y de cortisol, también podría estar implicadas; así como también un estado inflamatorio de bajo grado que podría influir tanto en las enfermedades cardiovasculares como en otras patologías crónicas, como el cáncer.
Aunque quedan muchas preguntas por responder, una cosa está clara, para cuidarse, es recomendable dormir entre 6 y 9 horas al día, ni mucho ni poco...
Referencia
- Francesco P. Cappuccio, Daniel Cooper, Lanfranco D'Elia, Pasquale Strazzullo y Michelle A. Miller.
- Eur Heart J (2011) 32 (12): 1484-1492.