Estudio prospectivo que analizó el beneficio de la toma de betabloqueantes en el postinfarto de miocardio en ancianos institucionalizados.
Se incluyeron 15.720 pacientes mayores de 65 años institucionalizados, con infarto de miocardio reciente y que no tomaban betabloqueantes previamente. Se analizó la aparición de eventos a los 90 días (muerte, hospitalización o deterioro funcional analizado mediante la escala de Morris), aleatorizando a los pacientes a la toma o no de betabloqueantes.
Se observó una menor incidencia de deterioro funcional en el grupo que no tomaba betabloqueantes [OR 1,14; IC 95% 1,02-1,28], especialmente en aquellos que previamente presentaban deterioro cognitivo moderado o severo. El deterioro funcional fue menos marcado en aquellos con deterioro cognitivo leve o sin alteración cognitiva de base.
Por su parte, en el grupo de betabloqueantes se observó una menor mortalidad [OR 0,74; IC 95% 0,67-0,83], sin diferencias en la tasa de reingreso [OR 1,06; IC 95% 0,98-1,14]. El beneficio en mortalidad se mantuvo en todos los grupos de función cognitiva.
Comentario
Interesante artículo que explora el beneficio de los betabloqueantes en el postinfarto, concretamente en población anciana.
Recientemente, Tatendashe et al. han publicado un trabajo en el Journal of American College of Cardiology que cuestionaba la necesidad del tratamiento betabloqueante en el postinfarto en pacientes sin disfunción ventricular ni insuficiencia cardiaca. Este trabajo ha abierto, una vez más, el debate sobre una práctica muy habitual como es la de tratar de forma sistemática con betabloqueantes a los pacientes que acaban de sufrir un infarto.
Por si esta cuestión era ya controvertida, este trabajo publicado en JAMA, aunque publicado antes que el de Tatendashe, exploraba este mismo aspecto en pacientes ancianos, donde la evidencia es aún más escasa. Y los resultados parecen coherentes. La toma de betabloqueantes se asociaba a un mejor pronóstico en términos de mortalidad, pero el beneficio en reingresos y especialmente en deterioro funcional era más dudoso o incluso era perjudicial.
¿Es la disminución de la mortalidad el objetivo más importante en pacientes ancianos? Quizá en muchos de ellos sí (ej. pacientes de 70 años sin grandes comorbilidades), pero en otros no está tan claro (ej. paciente con 80 años y pluripatológico). Y más cuando es a costa de un deterioro de la clase funcional, especialmente en aquellos que ya presentan cierto grado de deterioro cognitivo. No hay que olvidar que el deterioro funcional supone una peor calidad de vida, pérdida de dependencia y necesidad de un mayor soporte social.
Por tanto, parece razonable seleccionar individualmente a los pacientes ancianos a los que se prescriben betabloqueantes después de un infarto, así como establecer el beneficio que buscamos, pero no debe realizarse de forma sistemática. Quizá aquellos sin deterioro funcional ni cognitivo, buena esperanza de vida y pocas comorbilidades son los que más podrían beneficiarse.
Referencia
- Michael A. Steinman, Andrew R. Zullo, Yoojin Lee, et al.
- JAMA Intern Med. 2017;177(2):254-262. doi:10.1001/jamainternmed.2016.7701