Araceli Boraita Pérez
El conocimiento del efecto beneficioso del ejercicio y el deporte en la prevención de las enfermedades cardiovasculares, en la disminución de la mortalidad global y en la mejora de la calidad de vida, ha hecho que los deportistas sean considerados como el paradigma de la salud. Esto contrasta con noticias que ocupan los titulares de la prensa deportiva referentes a deportistas profesionales que deben pasar por el quirófano para someterse a cirugía cardiovascular. En España tenemos varios casos, como Sergio Lopez-Andújar, considerado el mejor portero de fútbol sala del mundo, que tuvo que someterse a cirugía rapadora de aorta el año 2004, y Sergio Sánchez, defensa del Sevilla CF que requirió cirugía de aorta en el año 2010. Jugadores de baloncesto de la NBA como el Galo Runny Turiaf, alero de Los Ángeles Lakers en el 2005, Etan Thomas, pívot de los Washington Wizards en 2007, o más recientemente Jeff Green y Chris Wilcox, aleros de los Celtics de Boston, todos con un excelente rendimiento deportivo, tuvieron que abandonar transitoriamente su vida deportiva para someterse a cirugía por presentar dilataciones aórticas que ponían en riesgo su vida. Estos acontecimientos conllevan un gran impacto social y provocan una gran inquietud en el entorno sanitario, especialmente cuando algunos de ellos habían sido sometidos a distintos controles médicos durante su vida deportiva.
El corazón del deportista es objeto de estudio desde hace más de un siglo y es bien conocido que el entrenamiento o ejercicio físico continuado induce una serie de adaptaciones fisiológicas, morfológicas y funcionales, sobre el sistema cardiovascular que han sido descritas como síndrome de corazón del deportista. El desarrollo de la ecocardiografía ha permitido conocer mejor el corazón entrenado, ya que esta técnica no invasiva permite valorar el tamaño de las cavidades cardiacas, incluidos los grandes vasos.
Actualmente se dispone de la suficiente información científica como para poder establecer los límites fisiológicos de la hipertrofia del deportista, pero hay muy poca información de cómo se adapta la aorta al entrenamiento. Se ha planteado la hipótesis de una distinta adaptación según el tipo de entrenamiento, presuponiendo que el entrenamiento de fuerza produce más sobrecarga hemodinámica sobre la aorta y por tanto origina mayor remodelado aórtico. Sin embargo, las investigaciones sobre la aorta son limitadas y no está claro si la sobrecarga hemodinámica durante los entrenamientos afecta a las dimensiones aórticas. La mayoría de los trabajos publicados hacen referencia a la modalidad deportiva de fuerza o de resistencia pero no han tenido en cuenta otros factores que determinan el volumen de entrenamiento, como la intensidad, duración y frecuencia. Además, son muy pocos los que incluyen mujeres deportistas de competición y debido al escaso número de participantes no se dispone de información suficiente sobre el comportamiento de la aorta en ellas. Por otro lado, se ha creado la incertidumbre sobre si el entrenamiento afecta al tamaño de la aorta y aumenta el riesgo de disección o rotura en deportistas altamente entrenados, y se desconoce el límite entre lo fisiológico y lo patológico, lo que origina un gran dilema a la hora de decidir si un deportista puede seguir o no con su actividad deportiva.
El objetivo de este estudio fue determinar los límites fisiológicos del remodelado aórtico asociado con el entrenamiento intenso y prolongado, en una gran población de deportistas de élite de ambos sexos, de acuerdo con la demanda cardiovascular de los deportes en función de su componente estático y dinámico. Se realizó un estudio transversal retrospectivo de la muestra de deportistas que acudieron al Centro de Medicina del Deporte del Consejo Superior de Deportes, actualmente adscrito a la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte, para la realización del reconocimiento preparticipación deportiva. Estos deportistas representan al deporte de alta competición, siendo integrantes de las selecciones y equipos nacionales. Entre enero 1997 y diciembre de 2013 se incluyeron 4267 deportistas, 1525 mujeres (35,7%) y 2742 hombres (64,3%) pertenecientes a 45 disciplinas deportivas. Se dispone de un seguimiento muy largo, habiendo completado alrededor del 80% la etapa de alta competición sin incidencias cardiacas. Fueron categorizados en 3 grupos, según el componente dinámico de la clasificación de Mitchell (Mitchell, Haskell·2005 14); Grupo Bajo (A) 517 mujeres y 631 hombres (golf, tiro olímpico, gimnasia, judo…), Grupo Moderado (B) 299 mujeres y 512 hombres (esgrima, voleibol, rugby, atletismo velocidad, lucha…) y Grupo Alto (C) 709 mujeres y 1599 hombres (atletismo fondo/medio fondo, hockey hierba, baloncesto, piragüismo, triatlón, natación...).
El eco-doppler transtorácico se realizó según un protocolo estandarizado y todas estas mediciones se llevaron a cabo siguiendo las normas de la Sociedad Americana de Ecocardiografía. La raíz de aorta se midió en Modo 2D en el eje largo paraesternal, a nivel del plano valvular aórtico de los senos de Valsalva, anillo supraaórtico y aorta ascendente proximal.
Con los datos obtenidos en este estudio se han establecido los límites fisiológicos del remodelado aórtico en los deportistas de alta competición, algunos de ellos campeones olímpicos, de ambos sexos, pertenecientes a un amplio abanico de especialidades deportivas. Se ofrecen las medias junto a la desviación estándar así como el percentil 95 de las medidas de la aorta corregidas por la superficie corporal en los diferentes planos, tanto por sexos como por modalidad deportiva agrupada según el componente dinámico de la clasificación de Mitchell.
La aorta, como el resto del corazón, guarda una relación con el tamaño del individuo, pero a diferencia de lo que sucede con otras medidas ecocardiográficas, apenas existen estudios que hayan sido realizados con el fin de determinar los normogramas aórticos. Todavía en la actualidad en las guías de uso mundial para la cuantificación de las dimensiones cardiacas, elaboradas en el año 2015 por la Sociedad Americana de Ecocardiografía en conjunto con la Sociedad Europea de Imagen cardiovascular, se siguen utilizando los valores de referencia del estudio de Roman et al del año 1989. En este estudio se ha podido comprobar cómo los rangos de normalidad obtenidos en esta muestra valorados por el percentil 95 son idénticos a nivel del plano valvular y ligeramente inferiores en los senos de Valsalva y Anillo supraaórtico.
Los resultados de este estudio son robustos desde el punto de vista de la significación estadística, por lo que se han elaborado baremos con las medidas de la aorta en función del sexo y el componente dinámico del deporte que puedan servir como valores de referencia aplicables a la población deportista. Dichos baremos son de muy fácil aplicación y muy útiles en la práctica clínica especialmente en aquellos deportistas con medidas de la aorta limítrofes.
La singularidad de este estudio se fundamenta en que se ha realizado sobre una muestra de 4267 deportistas distintos de alta competición, con un alto número de mujeres (35,7% del total de la muestra; n=1525), que los deportistas se han agrupado en función del componente dinámico y que se han realizado cinco medidas de la aorta, una en modo M y 4 en 2D. Esto, unido al hecho de que todos los ecocardiogramas se han efectuado en el mismo Centro, y que se dispone de un seguimiento muy largo, lo convierten en único en la literatura científica a nivel internacional.
Estos resultados hacen posible la determinación de baremos de referencia, de gran validez y aplicación en la práctica clínica, que permitirán valorar la aorta de los deportistas en función de su especialidad deportiva y ayudarán a distinguir las adaptaciones de aquellas patologías que pudieran presentar características similares en los deportistas con aortas dilatadas.
La principal conclusión de este estudio es que la raíz de la aorta no tiene el mismo grado de adaptación fisiológica al entrenamiento que el resto de las cavidades cardiacas. La aorta apenas se dilata con el entrenamiento dinámico y prácticamente no se modifica con entrenamiento estático. Los valores medios de las dimensiones de la aorta en los 4 planos de corte se encuentran dentro del rango de la normalidad para la población general. Los valores de referencia aportados permitirán calcular el Z-score y descartar posible enfermedad de aorta en deportistas, no pudiéndose atribuir marcadas dilataciones de la aorta al gran tamaño corporal o al entrenamiento.
Autores:
Araceli Boraita Pérez1, Maria Eugenia Heras Gómez1, Alejandro De La Rosa Hernández1, Maria Isabel Barriopedro2, Alicia Canda Moreno1, Zigor Madaria Marijuan1, Francisco Javier Calderón Montero2 y José Tuñón Fernández3 del 1Consejo Superior de Deportes, Madrid, 2Universidad Politécnica, Madrid y 3Fundación Jiménez Díaz, Madrid