Ciertas evidencias experimentales recientes sugieren que la suplementación nutricional podría paliar los efectos cardiopulmonares adversos inducidos por una exposición aguda a la contaminación atmosférica. Sin embargo, no ha sido estudiado cómo el seguimiento de una dieta mediterránea podría modificar los efectos de la exposición crónica a la contaminación atmosférica.
En este estudio se evaluó, en una gran cohorte con información nutricional detallada a nivel individual, cómo la dieta mediterránea modifica la asociación entre la exposición crónica a la contaminación atmosférica y el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular.
El NIH-AARP Diet and Health Study, una cohorte prospectiva (n = 548.845) en seis estados y dos ciudades en los Estados Unidos con un periodo de seguimiento de 17 años (1995-2011), fue enlazado con una estimación de la exposición anual media a PM2,5 (partículas en suspensión de menos de 2,5 micras) y dióxido de nitrógeno (NO2), según el domicilio registrado en el censo. El índice alternativo de dieta mediterránea (aMED), que utiliza una escala de nueve puntos para evaluar una dieta como mediterránea, fue calculado para cada participante desde la información de los cuestionarios dietéticos basales de la cohorte. Se evaluaron el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular (MECV), cardiopatía isquémica, enfermedad cerebrovascular (ECV) o parada cardiaca (PC), asociados a la exposición crónica a contaminación atmosférica. La modificación por el aMED de las asociaciones entre exposición y los resultados clínicos fue examinada en términos de interacción.
Para PM2,5, se observaron asociaciones significativas con MECV (riesgo relativo [RR] = 1,13; intervalo de confianza [IC] 95%: 1,08-1,18), cardiopatía isquémica (RR = 1,16; IC 95%: 1,10-1,23), y ECV (RR = 1,15; IC 95%: 1,03-1,28). Para NO2, se observaron asociaciones significativas con ECV (RR = 1,06; IC 95%: 1,04-1,08), y cardiopatía isquémica (RR = 1,08; IC 95%: 1,05-1,11). Los análisis indicaron que la dieta mediterránea modificó estas relaciones, presentando los pacientes con un score aMED más alto menor mortalidad relacionada con la mortalidad (p interacción < 0,05).
La dieta mediterránea redujo el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular asociado a la exposición crónica a contaminantes atmosféricos en una gran cohorte prospectiva estadounidense. Un mayor consumo de alimentos ricos en componentes antioxidantes podría ayudar a reducir la gran carga patológica asociada con la contaminación atmosférica.
Comentario
La contaminación atmosférica ha sido relacionada con múltiples patologías, siendo considerada responsable de hasta 4,2 millones de muertes anuales, y en concreto con aumento de la enfermedad cardiovascular: cardiopatía isquémica, enfermedad cerebrovascular y mortalidad cardiovascular. Tanto la exposición aguda a muy altos niveles de contaminación como la crónica a niveles moderadamente elevados han demostrado estos efectos deletéreos.
La dieta mediterránea ha demostrado un efecto beneficioso en la reducción de la carga de enfermedad cardiovascular en la población en múltiples estudios pero hasta el momento, en investigaciones con un menor tamaño muestral no había podido demostrar un efecto moderador de la contaminación atmosférica, como si lo habían hecho algunos alimentos concreto como el brócoli, el repollo, las coles de Bruselas o los suplementos de aceite de pescado.
Este estudio analiza el efecto de la dieta mediterránea para paliar la acción sobre la enfermedad cardiovascular de la exposición crónica a la contaminación atmosférica en una gran cohorte de más de medio millón de participantes con 17 años de seguimiento y datos dietéticos a nivel de paciente (mediante el cálculo del score). Estos datos se cruzaron con los registros de contaminación atmosférica (concentración de partículas inferiores a 2,5 micras [PM2,5] y concentración de dióxido de nitrógeno [NO2]) y se evaluaron la cardiopatía isquémica, enfermedad cerebrovascular, cardiopatía isquémica y mortalidad cardiovascular.
Los resultados más interesantes fueron:
- Niveles altos de exposición a PM2,5 crónicos se asociaron con una mayor mortalidad por enfermedad cardiovascular (así como mayor cardiopatía isquémica y enfermedad cardiovascular).
- En cuanto a la exposición a NO2 se relacionó con más incidencia de cardiopatía isquémica y enfermedad cerebrovascular pero no con mayor mortalidad.
- Estas diferencias dejaron de ser significativas en aquellos participantes con un mayor score aMED (los que seguían de forma más estricta una dieta mediterránea).
Al iniciar la lectura de este artículo los datos impresionan por su grandísimo tamaño muestral (> 500.000) complementado con datos nutricionales a nivel participante y un seguimiento a largo plazo de hasta 17 años. Poder complementar estos datos con la contaminación ambiental nos aporta unos conclusiones que aunque valiosas se ha de ser cauto en su interpretación.
Los autores asumen en las conclusiones del estudio que una dieta con mayor cantidad de antioxidantes podría ayudar a reducir el efecto dañino de la contaminación atmosférica. Parece más ajustado a la realidad, dado que es el análisis que se realiza, que aquellos participantes con un aMED más alto (es decir, analizando la dieta mediterránea como solo nueve parámetros) presentaron menor mortalidad cardiovascular en un contexto de exposición crónica a niveles altos de contaminación atmosférica. Aunque la dieta mediterránea es rica en antioxidantes, no se puede establecer en un estudio observacional y basándose en un score una relación causa efecto entre antioxidantes y reducción del efecto de la contaminación.
A pesar de ello, y salvando los posibles factores de confusión no controlados, la estadística que aporta es robusta y parece existir una clara capacidad de la dieta mediterránea para disminuir la acción de la contaminación en la salud.
La dieta mediterránea, además de estar buena, puede tener un beneficio suplementario a sus ya conocidas propiedades saludables, el de contrarrestar, en parte, el efecto cardiovascular de la contaminación atmosférica. Una razón más para recetarla.
Referencia
- Chris C. Lim, Richard B. Hayes, Jiyoung Ahn, Yongzhao Shao, Debra T. Silverman, Rena R. Jones, and George D. Thurston.
- Originally published 31 Jan 2019, https://doi.org/10.1161/CIRCULATIONAHA.118.035742. Circulation, 2019;0.