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Ejercicio y forma física, claves en la reducción del riesgo de mortalidad

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Este artículo nos presenta una revisión interesante con una población amplia, que viene a apoyar la noción del ejercicio físico como uno de los pilares para la promoción de la salud y de los cambios del estilo de vida en la población general.

Aún cuando la evidencia es cada vez más sólida en cuanto a los beneficios poblacionales del ejercicio físico, persiste aún la controversia en relación a los posibles efectos adversos -reales o no– que se atribuyen al ejercicio físico intenso. De ahí radica la importancia de este estudio, cuyo objetivo era evaluar la asociación de la mortalidad por todas las causas, y relacionarlo con la capacidad cardiorrespiratoria en pacientes que habían acudido a realizarse una prueba de esfuerzo.

Se trata de un estudio de cohortes, retrospectivo, que incluyó pacientes de un centro hospitalario terciario, con una mediana seguimiento de 8,4 años. Se reclutaron todos los pacientes consecutivos referidos para la realización de una prueba de esfuerzo en cinta rodante. Se estratificaron por edad y forma física en grupos del mismo sexo como: rendimiento bajo (< percentil 25), por debajo del promedio (percentil 25-49), por encima del promedio (percentil 50-74), rendimiento alto (percentil 75-97,6), y de élite (> percentil 97,6). Estos últimos no es que representaran una cohorte de deportistas de élite, sino que simplemente se encontraban en los percentiles más altos de la distribución.

La condición física fue estimada en función de los equivalentes metabólicos máximos obtenidos durante la prueba.

La población del estudio incluyó 122.007 pacientes con una edad media (±DE) de 53,4 años (± 12,6); de los cuales 72.173 (59,2%) fueron hombres. El evento de muerte por todas las causas ocurrió en 13.637 pacientes, en relación a 1,1 millones de personas-años de observación. El riesgo ajustado de la mortalidad por todas las causas fue inversamente proporcional a la aptitud cardiorrespiratoria, y fue más baja en aquellos que fueron categorizados en el grupo de élite (élite frente a rendimiento bajo: índice de riesgo ajustado [HR], 0,20; con un intervalo de confianza [IC] 95%: 0,16-0,24; p < 0,001; élite frente a rendimiento alto: HR ajustado, 0,77; IC 95%: 0,63-0,95; p = 0,02).

El aumento de la mortalidad por todas las causas se asociada a una capacidad cardiorrespiratoria reducida (bajo rendimiento frente a élite: riesgo relativo [RR] ajustado 5,04; IC 95%: 4,10-6,20; p < 0,001; grupo debajo del promedio frente a la media: RR ajustada 1,41; IC 95%: 1,34-1,49; p < 0,001), y fue comparable o incluso mayor que aquella relacionada con los factores de riesgo tradicionales (enfermedad arterial coronaria: RR ajustado 1,29; IC 95%: 1,24-1,35; p < 0,001; tabaquismo: RR ajustado 1,41; IC 95%: 1,36-1,46; p < 0,001; diabetes: RR ajustado 1,40; IC 95%: 1,34-1,46; p < 0,001).

En el análisis de subgrupos, el beneficio de aquellos que alcanzaron rendimiento de élite sobre aquellos en el grupo de alto rendimiento estuvo presente en pacientes de 70 años o más (RR ajustado 0,71; IC 95%: 0,52-0,98; p = 0,04) y en pacientes con hipertensión arterial (RR ajustado 0,70; IC 95%: 0,50-0,99; p = 0,05). El grupo de capacidad cardiorrespiratoria superior (2 DE por encima de la media por edad y sexo) se asoció con el menor riesgo de mortalidad por todas las causas en comparación con todos los otros grupos de rendimiento.

Los autores concluyen que la aptitud cardiorrespiratoria se asocia a un beneficio significativo en la mortalidad a largo plazo, y lo que es más importante, sin un aparente límite superior. La aptitud aeróbica extremadamente alta se asoció con una mayor supervivencia e incluso en pacientes de edad avanzada y en aquellos con hipertensión.

.@LeoDiazGlez:"El aumento de la mortalidad por todas las causas asociada a una capacidad cardiorrespiratoria reducida fue comparable o incluso mayor que aquella relacionada con los factores de riesgo tradicionales" #BlogSEC Tuitéalo

Comentario

En los últimos años se ha venido insinuando la posibilidad de que la mortalidad tenga una curva en J en función a la intensidad del ejercicio que se practica; con un punto de corte de 12 METS/h/semana, a partir del cual, el ejercicio sería contraproducente. Esta noción va permeando a todos los niveles, llevando a la concepción prácticamente universal de que el ejercicio “beneficioso” es el moderado.

Este artículo –como otros que se presentarán en esta revisión- viene a secundar la idea de que de momento, y en contra de lo que se venía indicando1, no parece que se pueda tener “demasiado de una cosa buena”, observando que no existe un aumento en la mortalidad entre aquellos que realizan ejercicio a altas intensidades, sino al contrario, que incluso presentan una disminución inversamente proporcional a las cargas a las que lo practican.

Es interesante destacar que este estudio se realizó en una población amplia (122.000 pacientes), encontrando diferencias significativas entre todos los grupos entre sí, salvo en aquel que definieron como de élite frente a alto rendimiento, aunque en el subgrupo de mayores de 70 años e hipertensos sí que se observaron diferencias significativas. Más aún, estas diferencias fueron ciertas incluso en mayores de 65 años, y en pacientes con cardiopatías, además, presentando el concepto ineludible de que una forma física baja se relacionó con una mayor mortalidad, con igual o incluso (en algunos casos) mayor correlación que algunos de los factores de riesgo tradicionales. Es especialmente llamativa la disminución en un 80% riesgo de mortalidad entre el grupo clasificado como de élite frente a los de bajo rendimiento.

Un artículo recientemente publicado que apoya esta idea es el metaanálisis de Cheng y col2, que sugiere una correlación lineal negativa entre la actividad física y el riesgo de mortalidad cardiovascular. Esto, independientemente de la edad, el género y la presencia de enfermedad cardiovascular. Igualmente, sugieren que el ejercicio de alta intensidad conduciría a un mayor beneficio con respecto al de intensidad moderada.

.@LeoDiazGlez:"Es especialmente llamativa la disminución en un 80% riesgo de mortalidad entre el grupo clasificado como de élite frente a los de bajo rendimiento" #BlogSEC Tuitéalo

Y es que, a nivel molecular, parece que el ejercicio de resistencia y de alta intensidad ralentiza e incluso podría revertir el envejecimiento celular, encontrando entre los participantes de un estudio publicado en el Eur Heart J3 un aumento en la actividad de la telomerasa (y en la consiguiente longitud de los telómeros) en aquellos que realizaron ejercicio de resistencia y ejercicio interválico de alta intensidad. Es este un resultado que no se observó en el grupo que realizó ejercicio de fuerza o musculación, identificando un posible mecanismo por el cual el entrenamiento de resistencia permite un envejecimiento más saludable. 

Además, para ampliar la carga de evidencia presentada recientemente, añado una de las publicaciones del prolífico grupo de estudios de la carga global de enfermedades, lesiones y de factores de riesgo (GBD), que estima que los cuatro factores que nos van a “quitar” más años de vida en los siguientes 20 años son por orden de magnitud: la hipertensión arterial, un índice de masa corporal elevado, la glucosa en ayunas alterada y el tabaco; estos factores presumiblemente, y al menos parcialmente controladas con el ejercicio físico habitual4.

La principal limitación del estudio objeto de esta revisión se encuentra en relación a las limitaciones inherentes a su carácter retrospectivo. Pudiera ser que el alto grado de capacidad funcional pudiera haber preseleccionado a pacientes con una mortalidad menor por causas distintas a una disminución de la mortalidad atribuible al ejercicio. Asimismo, otra limitación es que la población de estudio fue aquella remitida para una prueba de esfuerzo, lo cual, puede no reflejar la distribución general de la población.

Mi interpretación final, es que la práctica deportiva es beneficiosa, y que parece que a altas intensidades parece serlo incluso más, habiendo suficiente evidencia para no contraindicarla, e incluso lo contrario; tal vez haciendo necesario exhortar a mejorar la capacidad funcional de nuestros pacientes al máximo posible. Termino con una cita de la Dra. Prue Cormie «Si lleváramos los beneficios del ejercicio a una pastilla: sería exigida por los pacientes, prescrita por especialistas, subvencionada por el gobierno. Sería una verdadera revolución de tratamiento».

Referencia

Association of cardiorespiratory fitness with long-term mortality among adults undergoing exercise treadmill testing

  • Kyle Mandsager, Serge Harb, Paul Cremer, Dermot Phelan, Steven E. Nissen, Wael Jaber.
  • JAMA Netw Open. 2018;1(6):e183605.

Bibliografía

  1. Schnohr, P. et al. Dose of jogging and long term mortality. J Am Coll Cardiol 2015;65:411–9.
  2. Cheng et al. Associations of leisure-time physical activity with cardiovascular mortality: A systematic review and meta-analysis of 44 prospective cohort studies. Eur J Prev Cardiol. 2018 Nov;25(17):1864-1872
  3. Konstantinos, S. et al. Exercise, telomerase activity, and cardiovascular disease prevention. European Heart Journal (2018) 0, 1–3.
  4. Foreman K.J. et al. Forecasting life expectancy, years of life lost, and all-cause and cause-specific mortality for 250 causes of death: reference and alternative scenarios for 2016-40 for 195 countries and territories. The Lancet Oct 2018; 392:2052-2090.

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