La información disponible sobre las situaciones de parada cardiaca intrahospitalaria (PCRIH) en el seno de una infección causada por el SARS-COV2 es limitada en muchos aspectos. Antes de la pandemia era conocido que hasta el 25% de los pacientes que sufrían una PCRIH sobrevivían al alta, porcentaje que disminuye hasta el 11% en las situaciones con primer ritmo de parada no desfibrilable.
Este estudio incluyó todos aquellos pacientes que sufrieron PCR durante su hospitalización por infección por SARS-COV2 y que recibieron reanimación cardiopulmonar (RCP): del total de los 1.309 pacientes hospitalizados en el hospital Beaumont Health (Royal Oak, Michigan) entre el 15 de marzo y el 3 de abril de 2020, 60 (4,6%) sufrieron PCR con una muestra final de 54 pacientes analizados al excluir 6 pacientes por falta de información sobre la RCP. Los objetivos primarios del estudio se centraron en el análisis del ritmo inicial de la parada, la media de tiempo hasta la recuperación de la circulación espontánea y la supervivencia al alta.
En la inmensa mayoría (96,3%) de los casos, el primer ritmo de PCR registrado se correspondía con un ritmo no desfibrilable (81,5% se presentó como actividad eléctrica sin pulso y un 14,8% como asistolia). Registrándose taquicardia ventricular (TV) en solo 2 pacientes (3,7%) y ningún caso de fibrilación ventricular (FV).
La recuperación de la circulación espontánea se logró, con una media de 8 minutos, en 29 de los pacientes, lo que supone un 57,3% del total de la muestra. Una vez conseguida la recuperación de la circulación espontánea, más de la mitad de los pacientes de este grupo (51,7%) pasaron a considerarse pacientes no reanimables en caso de nueva PCR. La mediana del tiempo transcurrido hasta el paro cardiaco desde el ingreso fue de 8 días (rango intercuartílico [IQR] 4-12 días). La duración media de la RCP fue de 10 minutos (IQR 7-20 minutos). Destaca que ninguno de los 54 pacientes sobrevivió.
La media de edad fue de 61,5 años, siendo la mayoría de ellos varones (61,1%) y afroamericanos (66,7%). La mayoría de los sujetos presentaban alguna comorbilidad asociada, entre las que destacaron la obesidad, hipertensión (77,8%) y diabetes (55,6%). En el momento de la PCR, 43 pacientes (79%) se encontraban con ventilación mecánica, 18 (33%) terapia de sustitución renal y 25 (43,6%) con soporte vasopresor.
Comentario
En el editorial acompañante al artículo, Matthew E. Modes hace hincapié en lo limitado del conocimiento actual cuando nos enfrentamos a una situación de PCR en el contexto de una infección por SARS-COV2 y que la RCP en este contexto de elevada contagiosidad supone un auténtico desafío. Remarca, además, que la elevada tasa de mortalidad descrita en las series publicadas (100% en este estudio y 97% en la de Wuhan) obedece a múltiples factores. En primer lugar, el hecho de que la gran mayoría de estos enfermos presenten un primer ritmo no desfibrilable en el momento de la PCR implica, de manera inherente, un peor pronóstico. A ello se suman otros factores como la elevada tasa de pacientes bajo soporte ventilatorio, vasopresor o precisando terapia de sustitución renal, elementos que también se encuentran asociados a un peor pronóstico. Además, la reanimación puede retrasarse y perder calidad debido a las medidas de aislamiento y prevención que rodean a este tipo de pacientes. Sin embargo, se recuerda también la importancia de interpretar estos datos con cautela, dados los reducidos tamaños muestrales, en los que tan solo uno o dos supervivientes adicionales pueden provocar grandes cambios en las estimaciones recogidas.
Si bien el pronóstico que presentan los pacientes afectos por la COVID-19 que sufren una PCR es pésimo, esto no debería ser condición única para justificar el no iniciar maniobras de resucitación, pero sí hace evidente la importancia de disponer de protocolos y medidas de actuación bien establecidas en aquellos casos potencialmente “no reanimables”. Una de las medidas propuestas es la de la creación de un consentimiento informado (en el que pacientes o, en su defecto sus familiares) autoricen al equipo sanitario a no efectuar una RCP en caso de producirse una situación de PCR, lo que aliviaría en gran manera la importante carga emocional que supone para el clínico la toma individual de este tipo de decisiones. Por otro lado, resulta de vital importancia implementar correctamente los protocolos de RCP adaptados a estas circunstancias de pandemia (en este sentido recomendamos la lectura del artículo de Pablo Jorge-Pérez, et al. REC: CardioClinics.2020;55(3)165-
Los desalentadores resultados derivados de los pocos estudios disponibles no han de suponer una justificación para considerar a estos pacientes como “no reanimables”, sino todo lo contrario: hacen evidente la necesidad de continuar ampliando el conocimiento relativo a esta enfermedad, considerando esta situación como un gran reto para el clínico y para los cuidados críticos contemporáneos.
Referencia
Clinical Outcomes of In-Hospital Cardiac Arrest in COVID-19
- Shrinjaya B. Thapa, Tanya S. Kakar; Corey Maye, Dilip Khanal.
- JAMA Intern Med. Published online September 28, 2020. doi:10.1001/jamainternmed.2020.4796.