Ensayo clínico prospectivo aleatorizado, que compara en pacientes oncológicos, dos programas de ejercicio de 24 semanas para mejorar la capacidad cardiorrespiratoria, una durante la quimioterapia y otra tras finalización del tratamiento quimioterápico.
Se trata de un ensayo clínico en el que se han incluido –entre el año 2013 y 2018– un total de 293 pacientes oncológicos (166 con cáncer de mama, 95 con cáncer testicular, 30 con cáncer de colon, y 2 con linfoma), y en los que todos ellos habían recibido tratamiento quimioterápico. Los enfermos se aleatorizaban a dos grupos: 1) grupo A: aquellos en los que se llevaba a cabo un programa de ejercicio de 24 semanas mientras recibían el tratamiento quimioterápico; y 2) grupo B: aquellos en los que el programa de ejercicio –también de 24 semanas– se llevaba a cabo tras la finalización del tratamiento quimioterápico. El objetivo principal de este estudio ha sido determinar si el momento de la realización del ejercicio físico y entrenamiento en estos pacientes: bien durante, o bien tras la finalización del tratamiento quimioterápico, podía suponer una diferencia en: 1) la capacidad funcional (determinada mediante EE –utilizando el VO2 pico–) medida al finalizar la intervención y a 1 año de la misma, y 2) si existían diferencias en términos de fuerza, y calidad de vida, entre ambos grupos, al finalizar la intervención y a 1 año de la misma.
Las 24 semanas de entrenamiento incluían: 12 semanas de ejercicio supervisado de forma presencial, y 12 semanas de ejercicio domiciliario no-supervisado. El ejercicio supervisado consistió en 3 horas/semanales de realización de: 1) cicloergómetro a intensidad moderada (1,5 horas/semana); 2) entrenamiento de resistencia/peso libre (1 hora/semana), y 3) deporte de raqueta (30 minutos/semana) gradualmente aumentado en intensidad durante el programa; y no realizándose ejercicio interválico de alta intensidad.
Entre los resultados que se describen en el presente estudio podemos destacar lo siguiente:
- En cuanto a la adherencia al programa de ejercicio presencial supervisado; los resultados mostraron como no existían diferencias estadísticamente significativas en cuanto a la tasa de adherencia al mismo entre ambos grupos.
- En lo que se refiere al objetivo principal del estudio: tanto en los pacientes del grupo A como en los del grupo B se objetivaba una disminución del VO2 pico al finalizar la quimioterapia (2,8 ml/kg/min y 5,8 ml/kg/min respectivamente), mostrando como –de forma estadísticamente significativa– la disminución de la capacidad funcional había sido menor en el grupo A (que ya había realizado al finalizar la quimioterapia 12 semanas de entrenamiento presencial) (diferencia entre grupos ajustada 3,1 ml/kg/min; intervalo de confianza del 95%: 2,2 a 4,0; p < 0,001). Es importante reseñar que el VO2 pico promedio en ambos grupos prequimioterapia fue similar: 30,4 ± 8,2 y 29,7 ± 8,4 ml/kg/min respectivamente.
- Una vez que ambos grupos finalizaron la intervención (entrenamiento de 24 semanas), no existieron diferencias significativas en el VO2 pico entre ellos; ni justo inmediatamente al finalizar la intervención, ni tampoco 1 año después de la misma.
- En relación con los objetivos secundarios del estudio:
- En términos de fuerza muscular: inmediatamente tras la quimioterapia, la fuerza muscular del cuádriceps, bíceps, y tríceps disminuyeron menos en el grupo A, en comparación con el grupo B. Una vez que ambos grupos finalizaron la intervención (entrenamiento de 24 semanas), no existieron diferencias inmediatamente al finalizar la misma, ni tampoco 1 año después de la misma; y todos los grupos musculares recuperaron su nivel basal.
- En cuanto a la calidad de vida (determinada mediante CVRS) inmediatamente tras la quimioterapia, los cuestionarios mostraron que disminuyó menos en el grupo A, en comparación con el grupo B. Una vez que ambos grupos finalizaron la intervención (entrenamiento de 24 semanas), no existieron diferencias inmediatamente al finalizar la misma, ni tampoco 1 año después de la misma; y ambos grupos incrementaron la puntuación con respecto a su basal.
- En términos de seguridad, destacar que únicamente acontecieron 2 eventos adversos relacionados directamente con el entrenamiento, y que consistieron en un síncope vasovagal y en la ruptura del tendón del bíceps.
Así pues, este ensayo clínico muestra como en pacientes oncológicos con cáncer de mama, testicular, colon y/o linfoma que participaron en un programa de ejercicio físico recuperaron su línea de base de capacidad funcional 1 año después de completar el entrenamiento independientemente del momento de realización del mismo; sin embargo, al finalizar la quimioterapia, en los pacientes del grupo A que habían estado realizando ejercicio durante la misma, los parámetros de capacidad funcional determinados por VO2-, de calidad de vida, y de fuerza no habían sufrido un deterioro tan importante como en el grupo B.
Comentario
La rehabilitación cardiaca y la cardio-oncología son disciplinas que están adquiriendo una mayor cabida y protagonismo en la cardiología actual. Es ampliamente conocido que el tratamiento del cáncer conduce a una serie de efectos adversos -incluyendo los cardiovasculares- que deterioran la capacidad funcional de los pacientes, y, por ende, su calidad de vida. El consumo pico o máximo de oxígeno (VO2 pico) –determinado mediante ergoespirometría (EE)–, es considerado como uno de los predictores pronósticos independientes más importantes a nivel cardiovascular, y, de hecho, puede reducirse hasta un 25% durante el tratamiento quimioterápico.
Algunos metaanálisis (como p. ej. Scott JM. Efficacy of exercise therapy on cardiorespiratory fitness in patients with cancer: a systematic review and meta-analysis. J Clin Oncol. 2018;36(22):2297–2304.) han permitido corroborar como la realización de ejercicio físico y entrenamiento dirigido a los pacientes oncológicos –que reciben o han recibido tratamiento quimioterápico–, logra mejorar el VO2 pico de los mismos, su capacidad funcional, y con ello su riesgo de morbimortalidad derivado del proceso de su enfermedad oncológica. No obstante, existe poca evidencia acerca del momento óptimo de la prescripción y de la realización del ejercicio físico en estos enfermos.
Los hallazgos de este estudio sugieren que el momento óptimo para la realización del entrenamiento y rehabilitación podría ser durante la quimioterapia, ya que podría acelerar el regreso a vida cotidiana de los enfermos de forma más precoz. No obstante, iniciar un ejercicio físico programa de ejercicios después de la quimioterapia en base a estos resultados también sería una alternativa viable y con resultados igualmente favorables a 1 año, cuando el ejercicio durante la quimioterapia no sea posible. Además, se reafirma la seguridad que tiene el entrenamiento durante y después de la quimioterapia.
Como limitación de este trabajo, quizá hubiera sido interesante incluir un grupo de control de pacientes oncológicos bajo tratamiento quimioterápico, que no realizaran ningún protocolo de entrenamiento; algo que se obvió en el diseño del estudio.
Referencia
- Gabriela G.F. van der Schoot, Harm L. Ormel, Nico-Derk L. Westerink, Anne M. May, Gjoerd G. Elias, Yoran M. Hummel, Joop D. Lefrandt, Peter van der Meer, Joost P. van Melle, Boelo J. Poppema, Joyce M.A. Stel, Annette W.G. van der Velden, Aline H. Vrieling, Johan B. Wempe, Marcel G. ten Wolde, Marcel Nijland, Elisabeth G.E. de Vries, Jourik A. Gietema, Annemiek M.E. Walenkamp.
- doi.org/10.1016/j.jaccao.2022.07.006.