Los trastornos depresivos son entidades muy frecuentes en pacientes mayores, además de ser un reconocido factor adverso en las patologías cardiovasculares.
En Estados Unidos se estima una prevalencia a lo largo de la vida de hasta un 16%, con los gastos sanitarios que esto conlleva. La American Heart Association realza la asociación, ya conocida, entre los trastornos depresivos como un factor de riesgo de eventos adversos cardiovasculares tras un síndrome coronario agudo (SCA).
Este estudio de Afilalo y colaboradores, trató de encontrar la asociación entre la existencia de un trastorno depresivo y la mortalidad por cualquier causa tras el reemplazo valvular aórtico (implante transcatéter de prótesis valvular aórtica [TAVI] frente al reemplazo quirúrgico de la válvula aórtica [SAVR]) en el paciente anciano. Utiliza la cohorte FRAILTY-AVR (The Frailty Aortic Valve Replacement), diseñada para comparar distintas escalas que determinan la fragilidad y estiman la mortalidad por cualquier causa tras el reemplazo valvular aórtico, ya sea transcutáneo o quirúrgico en el inicio y en el seguimiento, al mes y a los 12 meses, con una valoración geriátrica integral identificando fragilidad, discapacidad, comorbilidades asociadas, deterioro cognitivo y alteraciones del ánimo.
Es un estudio prospectivo, multicéntrico, en el que se incluyeron 14 centros en tres países, desde noviembre de 2011 hasta abril de 2016. Fueron reclutados un total de 1.035 pacientes, 58,7% mujeres, 81,4 años de media de edad. Solo el 8,6 % tenía de forma previa en su historia clínica reflejada la depresión. Un total de 326 pacientes (31,5%), 33,8% tras TAVI y 27,5% tras SAVR, presentaron el diagnóstico de inicio de trastorno depresivo, medido por la escala de depresión geriátrica GDS. Los pacientes con depresión presentaban más comorbilidades como diabetes (114 [35,0%] frente a 175 [24,7%]), hipertensión arterial (276 [84,7%] frente a 543 [76,6%]), enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) (74 [22,7%] frente a 108 [15,2%]) y enfermedad cerebrovascular (69 [21,2%] frente a 106 [15,0%]). Además de ser pacientes más frágiles, medidos con SPPB (Short Physical Performance Battery) (180 [55,2%] frente a 232 [32,7%]) y con la puntuación Fried (248 [76,1%] frente a 451 [63,6%]) y con mayor merma cognitiva, valorada con la prueba Mini-Mental State Examination (72 [22,1%] frente a 108 [15,2% ]).
Tanto al mes como al año del seguimiento, los pacientes con depresión, presentaban más complicaciones y mayor tasa de muerte, al mes (odds ratio [OR] 2,20; intervalo de confianza [IC] 95%: 1,18-4,10) y a los 12 meses (OR 1,532; IC 95%: 1,03-2,24).
En cuanto a la persistencia de trastorno depresivo, 6 meses después del procedimiento, presentaban tres veces más complicaciones y muerte al año (OR 2,98; IC 95%: 1,08-8,20).
Comentario
La depresión forma parte de los denominados síndromes geriátricos, con una alta prevalencia en la población anciana, con tendencia a asociarse a otras entidades clínicas. Además, ocasiona o incrementa situaciones de dependencia e incapacidad funcional, repercutiendo en el área social y sobrecargando el entorno. Constituye un marcador esencial de fragilidad para el anciano, de ahí su importancia en cuanto al despistaje temprano.
La intensa relación entre depresión geriátrica y enfermedad coronaria está demostrada desde hace muchas décadas, avalada por multitud de evidencia científica, observándose mayor tasa de complicaciones y de mortalidad. Pero en el ámbito del recambio valvular aórtico, aún no había sido muy referenciada.
La valoración geriátrica integral (VGI) sigue siendo la herramienta de trabajo principal para el diagnóstico de patologías como la depresión en el paciente anciano, con características tan heterogéneas en este grupo etario.
Sobre todo hay que determinar el impacto del trastorno depresivo en la pérdida de función. Identificar la fragilidad dentro de esta VGI es fundamental dado que, como sabemos, los pacientes frágiles presentan eventos adversos más graves y frecuentes.
Dentro de esa VGI, en este artículo midieron la fragilidad con escalas como la SPPB, que con puntuaciones por debajo de 8 indica paciente frágil. Esta batería mide marcha, equilibrio y levantadas. Utilizaron también los criterios de fragilidad de Linda Fried: pérdida de peso, velocidad de marcha, fuerza prensora, actividad física y agotamiento, que con puntuaciones por encima de 3 indica individuo frágil. El déficit cognitivo fue medido con la prueba Mini-Mental State Examination, que con puntuaciones por debajo de 23 se considera paciente alterado. Y el diagnóstico de depresión fue llevado a cabo con la escala de depresión geriátrica GDS-SF (Depression Scale Short Form).
Los resultados demuestran la asociación entre la depresión y la mortalidad por cualquier causa, tras el recambio valvular aórtico, sea transcutáneo o quirúrgico en el paciente anciano, de ahí la importancia de ese diagnóstico precoz con la VGI para identificar a pacientes frágiles en riesgo y poder adaptar tratamientos específicos con medidas no farmacológicas (terapias conductuales, ejercicio físico, etc.), como con fármacos antidepresivos seguros desde el punto de vista cardiovascular.
Referencia
- Laura M. Drudi, Matthew Ades, Sena Turkdogan, Caroline Huynh, Sandra Lauck, John G. Webb, Nicolo Piazza, Giuseppe Martucci, Yves Langlois, Louis P. Perrault, Anita W. Asgar, Marino Labinaz, Andre Lamy, Nicolas Noiseux, Mark D. Peterson, Rakesh C. Arora, Brian R. Lindman, Melissa Bendayan, Rita Mancini, Amanda Trnkus, Dae H. Kim, Jeffrey J. Popma, Jonathan Afilalo.
- JAMA Cardiol. 2018;3(3):191-197. doi:10.1001/jamacardio.2017.5064