Mirar al futuro siempre es difícil y en medicina no podemos negar que muchos avances por inimaginables que sean pueden acabar siendo ciertos, y la cardiología tampoco es una excepción. Intentaré plantearos como puede ser nuestra especialidad en el año 2030 a través de mi particular bola de cristal.
Cardiología intervencionista
Cuando pensamos en el futuro de la cardiología intervencionista contemplamos la consolidación progresiva de las intervenciones estructurales con catéter en las válvulas aórtica, donde será el tratamiento de elección para la mayoría de los pacientes, así como en la mitral y en la tricúspide, con la llegada de mejores técnicas y nuevos dispositivos.
Asimismo, viviremos un aumento en las indicaciones de cierre de orejuela y foramen oval, junto a una progresiva implementación de procedimientos mínimamente invasivos de alta complejidad con alta precoz.
La llegada de la robótica y la inteligencia artificial a los laboratorios de hemodinámica será una realidad en el intervencionismo coronario, donde la fusión de la imagen intracoronaria y la fisiología con catéteres integrados de fácil adquisición permitirá una mejor caracterización de la isquemia, de los pacientes candidatos a revascularización, y un mejor resultado de ésta.
Por último, las técnicas de integración imagen-angiografía se convertirán en el mejor aliado para la planificación de procedimientos coronarios y estructurales, con un creciente uso de la fusión y las técnicas 3D.
Insuficiencia cardiaca
El futuro del manejo de la insuficiencia cardiaca pasa por el fenotipado preciso de la enfermedad y el ajuste del tratamiento de forma individualizada. Creo que podemos afirmar que desaparecerá la clasificación por fracción de eyección y, en cambio, clasificaremos la enfermedad por sus bases fisiopatológicas. En este sentido, tomarán una mayor relevancia las decisiones basadas en la genética, metabolómica y proteómica. La monitorización del estado de congestión, arritmias y gasto cardiaco mediante dispositivos implantables y regulación del tratamiento basado en los algoritmos resultantes del análisis de big data será una realidad.
Imagen cardiaca
El futuro de la imagen cardiaca pasa por hacerla primero más accesible a todos, por permitir un fenotipado más escrupuloso de los pacientes, más allá de la fracción de eyección, y un manejo del paciente más preciso. En este aspecto, la digitalización y las técnicas de inteligencia artificial juegan un papel crucial.
La ecocardiografía es la primera técnica de imagen que vamos a utilizar en nuestros pacientes y un primer vistazo, aunque sea con ecocardioscopia, puede ser de gran ayuda en muchos centros en los que el acceso a la ecocardiografía no es tan inmediato.
Viviremos la democratización del acceso a la imagen cardiaca. Ecocardioscopios con inteligencia artificial incorporada que permiten guiar en la correcta adquisición de las imágenes pueden llevar esta técnica a centros de atención primaria y permitir una derivación del paciente más eficaz; de hecho, esta tecnología desde hace unos meses ya está presente como un auténtico GPS ecocardiográfico.
Los nuevos conocimientos que obtendremos a través de Big Data y nuevos desarrollos que permiten un fenotipado más granular de las enfermedades cardiovasculares diagnosticadas por imagen nos van a permitir detectar aquellos pacientes en los que una intervención para prevención primaria o tratamiento podrá mejorar el pronóstico.
Si podemos soñar en un futuro, ese será el de la accesibilidad al TC y RMN cardiaca de forma colaborativa, junto a nuestros compañeros de radiología; estamos condenados a entendernos.
Por tanto, si uno quiere imaginar donde estaremos en un futuro próximo os animo a revivir esta sesión titulada “Mirando la bola de cristal, predice el futuro en 2030”, en la que han participado grandes soñadores como Felipe Díez, Marta Farrero y Victoria Delgado.