La insuficiencia cardiaca crónica es una enfermedad frecuente, debilitante y de mal pronóstico que somete a los pacientes, cuidadores y médicos a una carga considerable. La necesidad de ingresos hospitalarios y la prestación de atención especializada, a menudo por períodos prolongados, produce unos costes sanitarios que repercuten de forma considerable en los sistemas de salud de todos los países de nuestro entorno.
En Europa, se considera que existen 14 millones de personas con insuficiencia cardiaca y que esta enfermedad afecta a casi 5 millones de personas en USA. No existen muchos estudios epidemiológicos pero se estima que la prevalencia de esta enfermedad es de unos 10.000 casos por millón de habitantes con una incidencia anual de 2.000 casos por millón de habitantes.
Según esto, en España, con casi 50.000 millones de población, podemos considerar que existen 500.000 pacientes con insuficiencia cardiaca y que cada año se diagnostican 100.000 nuevos casos. Esto nos da una idea de la gran magnitud del problema al que nos enfrentamos. Es más, la insuficiencia cardiaca es una enfermedad que afecta más a las personas más mayores y, como se sabe, cada vez la longevidad de la población de nuestro entorno es mayor. Por todo ello, la organización y gestión de esta enfermedad es un motivo de preocupación máxima para los pacientes, médicos, diseñadores del sistema de salud y organismos sanitarios estatales.
Son conocidas dos formas generales de insuficiencia cardiaca: con fracción de eyección reducida y con fracción de eyección normal o preservada. Ambas, tienen en común los síntomas y el cuadro clínico pero suelen agruparse en poblaciones de pacientes con perfil clínico distinto y reconocer distintas causas etiológicas. Por otro lado, aunque el tratamiento farmacológico ha evolucionado de forma positiva para mejorar el pronóstico de pacientes con insuficiencia cardiaca con fracción de eyección deprimida a base de diuréticos, IECAS, ARA II, antagonistas de la aldosterona, beta-bloqueantes y reductores de la frecuencia cardiaca; el escenario no está tan claro en el momento de prescribir un tratamiento con influencia pronóstica en pacientes con insuficiencia cardiaca y fracción de eyección preservada.
Dentro del tratamiento de la insuficiencia cardiaca hay que considerar también terapias no farmacológicas como el desfibrilador automático implantable, para pacientes con riesgo de muerte súbita, y la terapia de resincronización con marcapasos o desfibrilador. Ambos son extremadamente beneficiosos en subgrupos apropiados de pacientes con esta enfermedad. Por otro lado, la ultrafiltración, para pacientes muy seleccionados esta siendo cada vez más utilizada. Dentro de los dispositivos, se están introduciendo con fuerza, pese a su coste, las asistencias ventriculares. Éstas son capaces de mantener al paciente con afectación severa en una situación clínica que permita una calidad de vida aceptable de forma permanente (terapia definitiva) o como paso previo a otros tratamientos (terapia como puente al trasplante). Otros sistemas que se han desarrollado para el control de esto paciente es la cardiotelecomunicación. Así, la telemedicina parece mejorar la adherencia al tratamiento y se está implantando en muchos lugares.
Actualmente, la evolución del control de estos pacientes nos ha llevado hacia un concepto integral donde estarían presentes tanto los cardiólogos como los internistas y los médicos de atención primaria. Por otro lado, el control y manejo de las enfermedades crónicas en la actualidad recae fundamentalmente en enfermería. En todos los centros debería existir personal de enfermería especializado en insuficiencia cardiaca y que pudiera llevar a cabo los cuidados planeados, educación de los pacientes y familiares, titulación de fármacos, optimización del tratamiento y receptores de consultas. Estos programas multidisciplinares hacen posible medir los indicadores de resultados, optimizar la sanidad en materia de insuficiencia cardiaca, reducir los reingresos y mejorar la calidad de vida de estos pacientes. Todo ello consigue economizar recursos y mejorar los índices de coste-efectividad.
Es de alabar y agradecer cualquier iniciativa que redunde en un mayor conocimiento y difusión de la problemática que lleva consigo una enfermedad con un incidencia y prevalencia tan alta como la insuficiencia cardiaca. Por ello,como Presidente de la Sección de Insuficiencia Cardiaca y Trasplante de la Sociedad Española de Cardiología, quiero agradecer a laboratorios Pfizer la iniciativa que han tenido apoyando la realización de esta Newsletter para difundir los conocimientos sobre esta enfermedad entre todos los médicos interesados en el mundo de la insuficiencia cardiaca.
La Newsletter informará, de una manera concisa y clara, sobre los aspectos más relevantes que vayan apareciendo en los próximos congresos y eventos científicos en general, así como las evidencias científicas más sobresalientes. Se editarán varios números de forma periódica a lo largo de 2012 y todos los contenidos estarán disponibles en la web de la Sociedad Española de Cardiología para que puedan tener acceso a ellos todos los profesionales de la medicina.