La prevalencia y la incidencia de la insuficiencia cardiaca (IC), conforme ha ido envejeciendo la población, ha aumentado de una forma muy significativa en los últimos años. La prevalencia de la IC está entre el 2 y 3% llegando a ser del 10-20% en los pacientes entre 70 y 80 años. La IC, al ser una enfermedad de pacientes con edades avanzadas, se asocia con diversas comorbilidades no cardiacas, que se definen como condiciones crónicas, coexistentes con la IC, que juegan un papel integral en el desarrollo, progresión y respuesta al tratamiento de la misma.
Las comorbilidades más frecuentes son: enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), trastornos respiratorios del sueño, disfunción renal, disfunción hepática, anemia/ ferropenia, diabetes mellitus (DM), trastornos músculo-esqueléticos, depresión y deterioro cognitivo. Los pacientes con IC y función sistólica preservada tienen mayor número de comorbilidades que los pacientes con IC con función sistólica reducida.
Teniendo en cuenta que en la fisiopatología de la IC cada vez juegan un papel más importante los fenómenos inflamatorios crónicos, es posible que este mecanismo tenga relación con el desarrollo y progresión de las comorbilidades. Un ejemplo claro de estas interacciones sería el síndrome cardiorenal donde la liberación de citoquinas y otras sustancias proinflamatorias mantienen el círculo vicioso que lleva a un empeoramiento progresivo de la IC. El principal factor predictivo de mortalidad en la IC es la presencia de insuficiencia renal (IR). Es importante reconocer las diferentes causas de la IR, definir la situación de congestión y del gasto para orientar el abordaje clínico y la terapia más apropiada para el paciente.
La DM es un factor de riesgo independiente para el desarrollo de IC, asociada en muchos casos a la cardiopatía isquémica. Existe evidencia del beneficio de los inhibidores de la ECA y antagonistas de la angiotensina II en pacientes con IC y DM. El manejo de la DM en el paciente con IC está muy limitado por los efectos secundarios de los fármacos antidiabéticos, aunque la metformina se ha mostrado segura. En los pacientes con EPOC hay una infrautilización de los betabloqueantes, lo que comporta un mayor riesgo de morbimortalidad en este grupo de pacientes. Actualmente contamos con fármacos que controlan la frecuencia cardiaca, como la ivabradina, que se han mostrado eficaces y seguros en este tipo de pacientes. La anemia se diagnostica frecuentemente en pacientes con IC, variando entre el 14% y el 56%, siendo su origen multifactorial. Es, además, un factor de mal pronóstico que se asocia a menor supervivencia, mayores tasas de hospitalización, peor clase funcional y calidad de vida. La terapia con eritropoyetina asociada o no a hierro sigue siendo controvertida y más tras los resultados del estudio RED-HF.
En los últimos años se ha consolidado el concepto de ferropenia asociado a un empeoramiento clínico de los pacientes con IC. Los suplementos de hierro podrían ser una opción para mejorar la calidad de vida de estos pacientes, aun sin la presencia de anemia. La administración de hierro por vía intravenosa (carboximaltosa férrica), de acuerdo con los resultados observados en el ensayo FAIR-HF, mejoraría los síntomas y la calidad de vida de los pacientes con IC. Los avances logrados en el tratamiento de la IC pueden haber estado limitados por la mala gestión clínica de las comorbilidades. En recientes análisis de grandes registros de pacientes con IC se observa el gran impacto del número de comorbilidades sobre el pronóstico de los mismos. Para hacer frente a este escenario complejo y difícil de las comorbilidades tenemos una herramienta clave como son las Unidades de IC multidisciplinares. La acción conjunta y coordinada de los diferentes especialistas, las enfermeras y los médicos de atención primaria es fundamental para gestionar estos retos clínicos en los próximos años.
En esta newsletter contamos con la colaboración de cuatro importantes profesionales de la IC que han centrado sus presentaciones en el análisis del impacto de la ferropenia como una de las comorbilidades más importantes y con un abordaje terapéutico efectivo en los pacientes afectos de IC.
Sobre los autores
Dr. Nicolás Manito Lorite
Jefe clínico de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca y Trasplante Cardiaco Hospital Universitario de Bellvitge. L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona) y presidente de la Sección de Insuficiencia Cardiaca y Trasplante de la SEC
Dr. Eduardo de Teresa Galván
Jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria (Málaga). Presidente de la SEC (2003-2005)